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Pronto divisó una mujer que con paso ligero y ade– manes desenvueltos se acercaba con un cántaro en la ca– beza y un pozal y una cuerda debajo del brazo. Venía a sacar agua. Extraña coincidencia. Las mujeres en Pales– tina no solían ir por agua sino a la puesta del sol y siem– pre varias juntas. Aquélla iba al Mediodía y sola. Esto indica su despreocupación y desenvoltura. Al llegar al pozo, pronto ve a Jesús. Al punto reconoce que es judío y no le hace caso. Toma el pozal, lo ata a la cuerda y lo deja caer al pozo, haciendo corre¡ la cuer– da por una de las múltiples ranuras de la piedra. Pero, al sacar ella el agua. Jesús llevado de la sed, le hace este ruego: - Dame de beber. Ella, aunque ve que es un judío, y los judíos no se avienen con los samaritanos, no le niega el agua, por– que un oriental se la ofrece a cualquiera. Mientras bebe Jesús, puesta en jarras, le muestra su extrañeza, diciendo: - ¿cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy mujer samaritana? Jesús, sin dar importancia a cuestiones de raza, ele– va su lenguaje al mundo sobrenatural, con el deseo de regenerar aquella alma de la que estaba más sediento que del agua del pozo, y le replica: - Si conocieras el don de Dios y quien es el que te di– ce: «Dame de beber», tú le pedirías a él y él te daría agua. viva. La samaritana toma las palabras de Jesús en sentido material, au~que no deja de comprender que encierran al– gún misterio. Tendiendo su mirada al fondo del pozo, quie– re hace¡ ver a Jesús que le es imposible sacar de allí agua, no temendo pozal ni cuerda ni cánta.ro . La profundidad del pozo es de unos treinta metros. No obstante la serie– dad del desconocido le infunde ,respeto y le responde: - Señor, no tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo; ¿de dónde. pues, te viene esa agua viva? ¿Aca- 80
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