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LA RESURRECCION Y LA VIDA Gran inquietud reinaba en la casa de los Hennanos de Betania. El dolor con sus alas sombrías se había cerni– do sobre ella. Lázaro estaba enfermo de gravedad. Marta, toda agitada, corría de un lado para otro dando órdenes a los criados. María, sentada a la cabecera del enfermo, compartía su dolor, y procuraba prestarle cuantos alivios le insp\raba su ternura femenina. La enfermedad seguía su curso. Lázaro cada día se veía más decaído, y sus hermanas temían un fatal desen– lace. En aquel apuro ponen el pensamiento en el Maestro Amigo que tantas véces ha visitado su casa y les ha dado muestra de su amor y cariño. Cifrando en El su esperanza, despachan un mensajero con esta noticia alarmante y con– fiada: -- iSeñor, el que tú amas está enfermo! Jesús se había retirado al otro lado del Jordán. Las 1 disputas con los escribas y fariseos provocaron en éstos el odio más fefOZ, Jesús buscó la soledad para huir de sus iras. Llegó a El la noticia de la casa amiga. La recibió con serenidad, y contestó al mensajero de Betanía con estas palabras llenas de misterio: - Esta enfermedad no es de muerte, sino pal'a gloria 186
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