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CANCION DE AMOR Paseaba un día Jesús por el campo. Con su mirada es– crutadqra contemplaba los lirios y las aves. En todas las cosas veía huellas de la Providencia del Padre celestial que cuida de todos los seres aun los más insignificantes. Escuchaba en su alma la sublime canción que forman to– das las criaturas en alabanza de su Creador. Abarcaba con la mirada de su espíritu el campo de las almas y veía con gozo aquellas que co~respondiendo a su divina siembra recibían el reino de Dios y se disponían a dar fruto de buenas obras. Pero también veía las que recha– zando su celestial mensaje, se hacían dignas de los casti– gos del Señor. Encontrados sentimientos parecían albergarse en el corazón del Maestro. Había enviado a setenta y dos de sus discípulos a predicar el Evangelio y habla lanzado anate– mas contra las ciudades testigos de sus milagros, objeto de sus bondades, que no obstante habían rechazado la gracia de Dios. Corozaín, Betsaida, Cafarnaúm eran es– padas para su amante corazón, pródigo siempre en ter– nuras y amabilidades. Los setenta y dos discípulos ya estaban de vuelta. No cabían en sí de gozo por el éxito feliz de sus corre,rías apostólicas. Contaban alborozados al Maestro los prodi- 183