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AMOR Y PERDON Simón era un fariseo distinguido, amigo y bienhechor del pueblo. Vivía en una elegante morada con visos de palacio, en donde solían reunirse muchos de sus amigos, a los que convidaba con espléndidos banquetes. No era como los demás fariseos que se habían declarado enemigos de Jesús y andaban, recelosos, espiándole para perderle. Simón por no malquistarse con las tu,rbas, se considera– ba como admirador y hasta un tanto amigo del Rabí de Nazaret. Un día celebraba un banquete con sus amigos y quiso· invitar también a Jesús, el cual, amable y cortés, aceptó la invitación. Parece se,r que Simón, al invitarle, no abri– gaba malas intenciones; pero tal vez por temor a sus amigos fa,riseos o por falta de sincera amistad, el reci– bimiento del Nazareno en aquella casa había sido un tan– to frío. No se guardaron las leyes de cortesía que en seme– jantes casos solían cumplirse entre los orientales. Luego ele trasponer sus umbrales, notó el divino Hués– ped la carencia de cordial afecto. A su entrada no acudió un esclavo para quita.rle las sandalias ni para lavarle los pies con agua perfumada. Simón no le recibió con el acos– tumbrado beso de bienvenida. No se le introdujo en la sala de los perfumes para derramar sobre su cabeza ungüen- 129

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