BCCCAP00000000000000000000501

pensó que debía darle a conocer a los judíos para que su– pieran reconocer su poder taumatúrgico y fuese por ellos admirado. Por eso corrió de un lado para otro, repitiendo: - Jesús de Nazaret me ha curado. Los fariseos, en vez de adm.i,rar en Jesús a un hombre de Dios extraordinario, pensaron que era pernicioso para el pueblo por declararse violador del sábado. Fueron en su busca y, al hallarle, le pidieron cuentas de cómo había realizado aquel milagro en el día del Señor. Jesús intenta convencerles de que siempre es lícito hacer el bien, y aduce nada menos que el ejemplo del Pa– dre celestial que está obrando siempre, sosteniendo la admirable fábrica del universo y llenando la tierra de bendición: -- Mi Padre obra todavía obro también. les dice ; y por eso yo Jesús sigue en su defensa dándose a conocer como Hijo de Dios, que no obra sino lo que el Padre le inspira. Pero las palabras de Jesús que son luz y vida se hacen para ellos tinieblas y muerte. No pueden aquellos hom– bres ciegos de inteligencia y duros de corazón, reconocer en el Nazareno el enviado de Dios. El furor y el odio se apoderan ya de ellos y buscan el modo de matarle. o'tra vez Jesús es rechazado en Jerusalén. Ahora a la indiferencia se añade el odio. Es la tormenta del Averno que se está fraguando, y no parará hasta que llegue la hofa aciaga del poder de las tinieblas. Entonces contemplarán los cielos la mayor tragedia que registra la Historia. 111

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz