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A continuación hace Jesús un llamamiento definitivo a Pedro y a su hermano Andrés. De igual fopna llama también a los dos hijos de Zebedeo, Santiago y Juan. Con autoridad de Maestro y ternura de amigo, les dice: - Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hom– bres. Y aquellos sencillos pescadores, curtidos por el aire y el sol del lago, sin vacilar dejan sus barcas y sus redes y van por los caminos largos y polvorientos de Galilea, en pos de Jesús, soñando en divinas aventuras. No sa– ben adónde ha de conducirles el Maestro, pero están se– guros de que en su seguimiento han de encontrar la di– cha, la paz del corazón. Fiados en la palabra del. Naza– reno esperan que al fin todo les saldrá bien. Con El po– drán lanzarse a la conquista espiritual del mundo. La pesca milagrosa no era sino un claro indicio de sus fu– turas victorias. La mañana avanzaba plena de luz y color. La super– ficie del lago brillaba al sol como bruñida plata. La gente que había escuchado la plática de Jesús se había disuel– to, yendo cada cual a sus quehaceres. Jesús con sus cuatro discípulos seguía su ruta de luz buscando almas para su divino reino. Pescadores de hombres, habían de echar por el mun– do su red hasta que un dia, en el correr de los siglos, haya de llenarse al llegar a su consumación el reino de Dios. 97 7. Jesús ele Na.?.aret

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