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92 Mis tteinta y cinco años de Misión en la Alta EtioJJ_Í<~ qué» (archimandrita) de todos los monjes de Abisinia, en cuyo territorio estaba, me intimaba me presentase al momento. Funestas sospechas cru– zaron repentinamente mi entendimiento. En efecto, me presento al citado jefe, y sin otra ceremonia ni investigación alguna nrnnda a sus subalter– nos me apresen y amarren. Así aprisionado y maniatado, y en pie delan– te del Nagadaras y de los doctores del país hube de escuchar una inter– minable sarta de acusaciones insulsas y de preguntas capciosas encami– nadas todas a hacerme cantar de plano y descubrir mi verdadera perso– nalidad. No lo consiguieron; pero hube de sufrir lo indecible, sobre todo cuando se me imputaban calumnias de este jaez, como el haber soborna– nado y aun intimidado con amenazas y engaños a los empleados de la Aduana, y entrando por fuerza en la ciudad, y cosas semejantes. Por fin, cansados ya todos de tanta s:rndez, se me acerca uno de ellos y me dice: , ¿Qué respondéis a esto?» dVlas Jesús udlaba», contesté, y tomando la palabra, les referí aquel pasaje del Evangelio, en que nuestro Divi.10 Salvador, acusado por los escribas y fariseos ante. el Tribunal de Pilatos, no respondía nada, tanto, que extrafió ese silencio al mismo gobernador de Judea, y por eso le di– rigió esta misma pregunta. Aun no había terminado mi perorata, cuando entró el compailero del Padre Stella, el hermano Filipini, muy apreciado en Gondar hasta de los no católicos por su carácter franco y jovial, y por sus raras aptitudes en los oficios de ebanistería y alhm1ilería (él mismo había construido la casa-misión); y tal traza se dió en este espino– so asunto, que logró en breve me soltaran y me dejaran ir libre, no sin pagar antes por mi libertad unos doscientos talers, que al regresar mi mnigo Ras Aly del Goyarn, se los devolvió. 1..J.. En Deura-Tabor y en Guradit.-A mi llegada a Gondar envié ,il presbítero Aba Ennatu al Goyam con el fin de recabar de Ras Aly la correspondiente licencia para pasar por el territorio de su jurisdicción hasta la frontera Galla, y esperaba recibir la contestación en la casa– misión; pero después del c;,so referido, juzgué, más prudente retirarme de esta población y fijar mi morada en algún otro punto de müs segura tranquilidad hasta que llegara la respuesta. Elegí a Devra-Tabor, y allí me traslad(: acompaiiado del Padre Stella. Era esta una antigua ciudad y Corte ele los cRas> (príncipes). Visité a la esposa de Ras Aly, llija de Deyacht': Ubié, la cual se creyó muy honrada con nuestra visita, y co– rrespondiú dando las oportunas órdenes para que nos preparasen una buena casa, perfectamente amueblada y con el alimento necesario; pero disfrutamos poco de esta comodidad. porque muy en breve partimos en dirección a Guradit. poblac:ión situada en el camino de Tedba-Mariam. Tres días echamos en el viaje, pero al fin, nos alegramos, porque Deya– ché Bechís, tío materno de Ras Aly y musulmán ianútico, que había de– clarado guerra sin cuartel a todo cristiano que morase en su jurisdicción, nos recibió cortésmente, proporcionándonos todo cuanto le pedimos. Por i11dicaci(H1 suya fijamos nuestra morada en una aldea totahm,nte abando– nada de los cristianos perseguidos por el mismo Deyaché Bechís. Con todo. para nosotros se nos mostró muy atento y afable, y aun nos hizo muchos regalos y visitas que distraían en algo nuestra soledad. No lejos de nuestra casa había una iglesia de aspecto muy antiguo. medio derruí-

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