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Traducción del 1'vl. R. P. Marcos de Escalada 91 de esa era de franca libertad y de protección benéfica, no pensó en otra cosa que en arrojar de su país a quien tanto bien le estaba haciendo. Y conseguido su intento, abandonó la conservación de esas obras humani– tarias, que con la inclemencia de los tiempos fueron viniendo a tierra. He ahí retratado el rnrácter abisinio. Frío e indolente para todo progre– so, que no fomente la satisfacción de MlS bajos instintos. Y lo peor de todo es que esa enfermedad en ellos es ya crónica y casi incurable, como lo vemos en todo cuanto se refiere a civilización y progreso. Testigos mudos, pero elocuentes de ellos son los famosos obeliscos de Aksún en el Tigré, que datan de la época de los Faraones, los cuales poco a poco vanse desmoronando, sin que una ma110 amiga se acerque a ellos para re,,taurarlos v conser\'arlos. 12. Erz (]orzdar.·-Tras breve caminata llegamos a Gondar, capital de la Abisinia desde la caída de Aksún, que tuvo lugar con ocasión de la fusión de la antigua dinastía etiópica con la raza amárica, oriunda de la costa asiática del mar Rojo. Esa dinastía, abandonando el Tigré, sentó sus reales en la ciudad llamada hoy Antoto (1), a la orilla izquierda del río Huase (2), en la región del Beguemeder, punto céntrico del imperio, permaneciendo allí hasta la irrupción de los árabes al mando del famoso aventurero Gragne. Este osado y valiente jefe árabe, partiendo de Harar, su patria, tributaria entonces de la Abisinia, al frente de unos cuantüs a\'entureros, subió a la meseta abisinia, y de victoria en victoriéi penetró con sus conquistas hasta el extremo norte del imperio, obligando al em– perador él retirarse con su ejército al Tigré. No encontrándose todavía seguro, huyó nuevamente a la montaña Devra-Damiot, y allí estuvo hasfa que llamando en su auxilio a los portugueses derrotó al ambicioso con– quistador, persiguiéndole hasta las cercanías de Gondar, donde por fin cayó muerto. El emperador volvió entonces a tomar las riendas del Go– bierno de Abisinia, estableciendo definitivamente su Corte en Gondar. A mi llegada contaba la ciudad unos cinco mil habitantes, de los cuales una tercera parte eran musulmanes, otra pertenecía a la antigua raza sacerdotal, que oficiaba en las quince iglesias de la población, y los res– tantes eran cismáticos y algunos pocos católicos. 13. Entrevista corz el P. Stellcz: Urza comedia ridicula.--En Gon– dar me entrevisté con el misionero Lazarista P. Stella, quien me invitó a alojarme en su casa-misión, lo que acepté de buen grado, esperando pasar allí con toda tranquilidad la estación de las lluvias, que ya nos venía encima. Pero el demonio de la envidia me suscitó, por intrigas de mi émulo, e1 obispo hereje Salama, quien no sé por donde. pudü saber mi paso por el Tigré. un contratiempo, que por lo gracioso y ridículo. resultó cómico. Sucedió. pues, que a los quince días de mi llegada a Gondar. cuando ya estaban borradas las impresiones del penoso viaje. recibo aviso del Nagadaras (jefe de la Aduana), que en nombre del ((Eche- (l) :'\o lf'jos de Anloto hrola una fuPnle c\P aguas lt•r111nlPs 1p1t' tla nombre y rama al p,a1.;; d<' Fin(inL ~1on:wftor Tanrin Pcho nqu1 los fnndamrntos d,~ u11a '.\1isiún PU el afio 1HH8. qtH' rt'cordo copioso fruto t>~pirilual Pll toda aquella com,uea, t>Xl<'IHlit'-ndose despu,~:-; por toda la ríhcr:1 dt'l río Alrnki. (:!) El rio Ilmtst• mu•p t~ntrP el oelnso y novr-no grado:-- di' lalil11d norte·, no lejo:; tk _\nkohr-1'. l)psdf' sn:-. ori!.!('nP:-, corre lamiPndo los limilt•s dt•I l'Piuo dt•l Xoa Y st.•ilalando a la '.ilt:'Z sus fronteras, ha~ta'-dt•jar sus aguas PI1 t•l lago.\ 11s:1 a ttIHb diPz kil1H1H•Lr{ls tlt•l mar Hojo,

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