BCCCAP00000000000000000000476

Traducción del M. R. P. Marcos de Escalada 79 allí tuvieron que sufrir lo indecible de parte de los abisinios, que se les edwron encima cual arrasadora nube de langosta. 8. Jfortczlidad en Umlmllu: dwzos del Agente ccmsular.---Los , oldados de Abisinia, que no son ni asalariados ni avittiallados del Go– hienw, sino más bien bandoleros que viven del robo y el pillaje, no tienen otra rdriburión que el disfrute del botín que recogen e11 la batalla, y aun eso deben repartirlo con,,¡ Gobierno cuando se trata de cosas de valor, rnmo rnballos, bueyes y mulos, etc. Cuando caen sobre un pueblo o re– gión, excuso decir que no queda allí sano nada, ni rastro de casa, persona o hacienda. Lo primero que hacen es robar, y si alguien S<:' les pone de– lante. no titubean en darle muerte. Lo que no pueden llevar, le prenden fuego. Imagínense pues mis lectores de lo que harían en Umkullu en ese día t>ll que entraron a saco en la población. El Sr. Degoutin, que descono– cía la forma bárbara e indisciplinada de hacer la guerra de los abisinios, cuando los vió venir se encerró en su casa, izó li1 bandera francesa y se dispuso a la defensa, pero todo en vano. Porque los abisinios asaltaron lil casa. quemaron la bandern y prendieron fuego a sus puertas. Gracias a que los mures eran de ladrillo, de lo contrario, viene todo a tierra hecho cPniza. El Sr. Degoutin tuvo la fortuna de ser reconocido por algunos de los jefes corno rep1·ese11tante de Francia. quienes mandaron parar el fue– go, de lo contrario. allí misnF) habría pc"recido con los suyos. Por fin. capituló y fué. llevado entre escolta a .Massawah; pero su casa fué saquea– da y por tíltin10 entregada a las llamas. Las pérdidas se calculaban en unos quince mil francos. Los muros de ladrillo fué lo único que quedó en pie, todo lo demás fm\ pasto de las llamas o presa del botín. D. Los abisinios en Arlwlw. Pasada a sangre y fuego la pobla– ci(m de Umkullu, los abisinios se dirigieron a Arkeko. Mas en vez del grueso botín que esperaban, encontraron su mayor derrota. Porque los egipcios que guarnecían aquella plaza, armados de fusiles y de cafiones, dispararon tan certeramente que sembraron la confusión y el desorden en el campo enemigo. Los que quedaron con vicia huyeron despavoridos en dirección de Aj]at, dedicündose tambi('.,n al pillaje en los alrededores de J\l;,ssawah. La falta de jefes y la escasez de armamento moderno les echó a perder. 10. Exterminio y mortandad.· -Los musulmanes de Ivlassawah te– nían tramada una conspiración y levantamiento contra los cristianos de la isb1, pero se llevaron chasco, porque no encontraron uno en toda la isla. Eran precisamente los días en que el ekrcito abisinio hacía sus co– rrerías sangrientas por aquella región, y los cristianos, en previsión de una acometida desagradable, huyeron o se escondieron. Pasmla la avalancha abisinia. salimos de nuestra guarida y regresa– mos a casa. Era de ver la mortandad y el exterminio por todas partes: víctimas horriblemente despedazadas. cuerpos mutilados. muchedumbre de heridos todavía con vida y a punto de expirar. Lo que más lástima daba eran los pobres heridos. mutilados e inválidos, que despiadadmnen– te ernn recogidos para servir de instrumentos ciegos a la molicie de los ricos musulmanes. Porque el eunuco en Turquía es una mercancía de mucho valor; y si a esos pobres inYálidos y heridos los curaban con soli– citud. no era por 1'spíritu de caridad, sino por puro interés material. esto

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz