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76 Nlis treinta y cinco años de 1\lisión en la Alta Etiopía la movilización de sus tropas, fijando su primer campamento en Ajlat, al pie de unas caldas (1). 3. junta ante el Gobernador de la isla.-Ya en Massawah, cier– to día recibo aviso del Gobernador para una reunión o junta en la isla, a que debían concurrir todos los europeos, salvo los grieg9s allí existen– tes ( en esa ocasión hallábanse de paso dos viajantes franceses, señores Visier y Arnoux, qne de regreso de una expedición científica a la Ara– bia Feliz, y muy particularmente a Saaba, se dirigían a Aksurn con el fin de confrontar con unas inscripciones egipcias allí existentes, otras encontradas en Saaba). En la citada junta tornó la palabra el mismo G,)– benrndor y nos habló así: cSeñores, amenázanos un terrible azote. cual es la guerra con Abisinia; como todos sabéis, la culpa. en n,rdad, es nuest,:a. por haber levantado nii predecesor esas fortalezas en territorio ajeno: pero a nosotros toca ahora deshacer esa furiosa tempestud o su– frir después sus negras consecuencias. Aun es tiempo de cortar los pa– sos a esa terrible furia. consiguiendo envainar de nuevo la espada de Marte. Os he reunido aquí, señores, para pediros consejo y ayuda en este trance, pues he pensado enviar una embajada al campo enemigo con proposiciones de paz y ruego a lm, lVlonseñores Massaia y De jacobis, aquí presentes, acepten üm delicada misión. No es a mí a quien princi– palmente ha de perjudicar esa guerra, sino ::il pobre pueblo, sobre todo a los ci-istianos, en quienes los abisinios se ensañanín con fiereza. Y no sólo ha de ser la esp,1da de !os abisinios el exterminio de este pueDlo, sino principalmente la escasez absoluta de víveres; pues sabido es que Massawah vive de la Abisinia, como ésta se surte de aquélla; y da la coincidencia ele que en la isla hay al presente más forasteros qlle nun– ca (~). Por mi parte lucharé hasta más no poder. pero dada li1 escasez de tropas de que dispongo. mis esfuerzos senín inútiles y quizüs contrapro– d1Icentes. Pienso también trasladar el elemento civil de h población a algún punto seguro, pero eludo que me lo permitan hacer. dado lo fieros que son los abisinios. En fin, mucho hay qlle temer esa sangrienta gue– rra que nos an1enaza,>. Por razones que se dejan adivinar, ni Mons. De Jacobis ni yo aCl'.ptarnos la misión que se :10s confiaba. y creínms opor– tuno recomendar para ella al prestigioso sacerdote Aba Ennatl!. ,1co111pa– i1ado de otro presbítero tmnbi(,11 indígena. A,-,í se hizo en efecto, y pro– Yistos los dus sacerdotes de curtas. documentos e instrucciones. partit'ron sin tardanza al campo enemi¡.1;0 a entreYistarse con el jeje del ejército. tl) Las caldas o 1'1u•11l1•:,; !t•1·malPs de• .\jlat, 1ta('Pn como una-.; ln•:-; lpg·wh al norlt• dl" :\Ia~sawali. y PH lodo,•~<· U•rmi110, !'>P n•n f"ll cualqniera t•:üacion tkl aüo ahu11dantP ... pasto:-:, q11P t'n 0l1•0:,;p11nl1)s s11t•le11 1•:,,:ea:c;Pn1·. En (~poca:,, di• g-uPrra t'SOs pa:,;los son m11y úlil1•~~ pnra i•I soslt•nimit•nlo 1k lo:-- mulos dt' quP sirn•n los Pjl·reito-; pni·a C'I aprovislonamíento tlr– las ll'opa:-i. ('.:.) F111'• si1•u1prP n1z eornún Pn t>I put>hlo q1tt' totla aqut•lla co:,;la arrieana dd mar llojo 1•1·a pl'opit>dad dt• la .\hisinia. El dominio dt• la ~nblilllP Pnerla t'll nq1wl punto jamú~ ~P l'e– eo11oeio !ia'.'lla el rt•inailo d1• Lui:, Felipf'. Y ha::,ln Psa f1•cha Pra p(:nuili(lú a c11alqnit'r euro– JH'O, dP aetH•nlo con el n•¡wt•~pufaute tle la Ahisinia, adquil'ir terreno:,, 1·11 l';:;la cosln, como lo hicieron dos viajanlt's franrt•st'~ con la halda d('; llal, la cual n•ndida 1k:a-¡Htt•s al ~fflor l)pgoulin, viuo a parar, por llllimo, a 1na11os <lí'l.t~ohiPrno dP E2:iplo: Cnaudo t>l (;ohicrno lurco, mf'rci•d a uua arlPra tliplo1n;1cia, s:t• aduef10 ,le L~sa eo:aln, quPtlo t'IÜ(•ramenlP cr•rt·ada la ¡nH•rla a to(la adqnbicion PIH'OpPa; y P.SO t,,ra preci.sanH"IÜf' lo que p1•plentl1a 'f11rq11ia a lin dP lia,ct•t· a mausalnt l'l llf'í'audo con11.•rcio de Pselavos~
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