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Traducción del M. R. P. Marcos de Escalada 69 ie para Zeila. Dos meses hube de esperar el resultado de sus gestiones, pero su regreso me llenó de pena. En Zeila no encontró ni rastro de nues– tra permanencia. El Sr. Sturla había partido en dirección a Aden, el go– bernador no quería ni hablar ya del asunto de la casa; todo había queda– do en agua de borrajas: nuestro gozo en un pozo. Gracia:; que le restitu– yeron parte de la fianza, y le dejaron volverse sano y salvo. En fin, a su regreso y de paso por Aden, trájonos cartas del P. Marcos y del señor Sturla, que me pedían encarecidamente saliera a toda prisa en dirección a aquella ciudad. ~O. Expedición del P. Felicisimo al Xoa.---Púseme en camino para Aden, mas antes tomé la resolución de enviar al Xoa al P. Felicísi– mo acompafíado del Deftera (1) Abebajú (~). En mi exploración en Zeila, de que ya hice mención, observé que el único medio de entrar al país Galla por ese punto, era viajar escudado con la protección y salvaguardia de 1 rey del Xoa. Como, por otra parte, el P. Felicísimo no estaba com– prendido en el decreto de destierro, dado contra mí, juzgué no habría di– ficultad en esa expedición, y así lo hice. Aun dí otra aldabada al corazón del Sr. De jacobis, antes de partir, pero todo fué irnítil. Advertile que mi ausencia sería larga, y en caso de aceptar, le sería forzoso molestar a alguno de los obispos de Egipto que lo consagrase; pero él continuó en sus trece. Partí, pues, en dirección a Aden, esperando al mismo tiempo el resultado de la expedición al Xoa. CAPÍTULO X LA MISIÓN DE ADEN 1. 1l1i viaje a Aden.--Nuevamente me fué preciso ir a AJen. El go– bernador de Massawah, que se~ jactaba de amigo y afecto a la Misión, fué q11ie11 me hizo el honor de prepararme el viaje, de acuerdo con el se– ñor Degoutin. Una pequefía barquichuela sencillamente provista, era todo el lujo aparatoso de nuestra marcha. Conmigo iban el P. Felicísimo, el sobredicho Deftern, el pequefio neófito Pablo y un sirviente. 1\\arclrnmos, pues, mar adentro, llenos de entusiasmo y confianza en Dios. Un aviso clí al jefe de la comitiva, y era que, Jado lo frágil de la ern1Jarcación que nos llevaba, no se alejara mucho de la costa; así lo hizo el primer día que, creo fué a primeros de Julio ele 184:8; al anochecer abordamos al puerio de Dahlak, donde refocilados con una sopa de arroz y una tortilla ele huevos de avestruz, pasamos la noche en plácido reposo. Al día siguiente fiando quizús en su pericia, el capitán de la barca nos (1) 1dkf'll't'a», q11il'rP 1h·t'il' {{doctor o e~crihano1>, 111 nlo tJlll' Sl' da L'omunmentt• a los lill•– rato~. a1111qrn· IJO ~t>pan 111ú~ qt1P il'IT y ,•:,;cnhir rn.:1la11H•nlP. (:2) ¡c\lwliajú11 liahia fH'ITído de PstTillit•nft• a D. Anlünio U"Ahliadi,•: hahiase t·onv1•rlido al Catolici~rno nhj11raJ1do,la l1t•r1•jía; i11slr11ido pol' mi e11 GuaLa, f1ll~ ad111itido n la S. Comn~ nio11'. y IIH' ¡n·orndio oydt•nare'P dt• ~act>rdolP y dt•dicar~(' al mini:-sl('rio apo~lúlieo Pn nuP~lra _,Ibion. Est• viaje, pnr co11s.igniPHlt•, era para t•l oca:,;ion 1lr• cn~.ayo y d,• fH'UPhn en la::- lan•as 1Ta11gel ica:-:;~

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