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Traducción del M. R. P. Marcos de Escalada 61 suplicas y reiterados votos, vagábamos en alas de celo apostólico por tierras extrañas e incultas, con el único fin de tomar posesión del campo evangélico a nosotros confiado, y comenzar los trabajos de la enseñanza del Evangelio. Al estrecharle ahora entre nuestros brazos, nuestro gozo se vió cum– plido, y el corazón nos latía fuertemente de alegría. No más de ocho días pudo estar en nuestra compañía, pero qué de sabios consejos y paterna– les exhortaciones no escuchamos complacidos de su boca. Eran para nosotros prenda segura de t"xito en la arriesgada empresa que íbamos a acometer. Por fin, hubo de separarse, dejando entre nosotros los afectos más caros de su alma, para tornar con urgencia a A ua, donde sus tra– bajos científicos le requerían sin demora (1). 22. Nuevas dificultades.--Reanimados con loe; informes, recomen– daciones y consejos del Sr. D' Abbadie, mis compañeros no daban paz a sus pies en alas de sus vivos deseos de llegar al pa1s de los Gallas, meta de su apostolado; pero nuevos y graves obstáculos les salieron al paso. dando al traste con el castillo de naipes de sus gr:otos em,ueños. La esta– ción de las lluvias es en los países ecuatoriales enemigo de cuenta para el caminante, y se juega la vida el arrestado viajero, que ufano de sus energías, desafía esa furia torrencial. Bien lo saben eso los naturales del país, que en ese tiempo interceptan en absoluto todas sus salidas de casa. por manera que, ni para proveerse de lo más urgente y necesario para la vida, osan echar el pie fuera. Su previsión le.s lleva a abastecer– se con tiempo. sin riesgo de perder con la vida sl!s haciendas. 23. Presenfacic)n del Sr. De .facobis para obispo. Con el fin de destnredarme de los lazos que me ligaban a la Misión de la Abisinia (de qqe estaba interinamente encargado) y tornar posesión cuanto nntes de la de los Gallas, a mí ,,exprofeso) encomendada, juzgué imprescindi– ble consagrar obispo al Sr. De Jacobis. De su condignidad para el cargo jmrnís tuve ni sornbrn de duda. Lo qtw sí me preocupaba t'rn la repulsu que de él iba a recibir. di1da su profundísima humildad. Con todo. mee dirigí por escrito a Roma, exponiendo las muclrns nizones qtw me asis– tían en este asunto, y proponit'>ndolo decididnmente para obispo. ro¡~aba encarecidmnente Sl'. dignasen tomar pronta y favorable resolución. Des– graciadanwnte. las comtmicaciones de aquellos países con Europa ernn (]) SnllrP d11s dl:-;linlth ohji'los YPl';"alia11 los; iraliajos cit'11i1fico~ di'! !',r. l)'.\hlladit>: La (;1•ograf1a ~- la lli~toria d1• 1,:!ioprn. l)f'li1u'o mnpns Pxaclísimos d1• aqiwlios lngan·s, hasta 1•11ttHll't's dP:-.cono,·idos para ca:--i In 111ayo1-ia d{' lo>, P11roppo.;;, y n·cngio lnH'n 11ú11wro dP lihro~ y ma1111~n·ílo:". mny 11l ili'~ ¡iarn !t•ji'r la lii~lor1a di' .1q11t'llo-,; ¡11whlo;-,;; par:t lodo PIio 110 1'('~:•d('1J -.:11tlor1•~ 11[ di:>p1•11dio:> dP d11H·ro, y l!uho dt' 1'\·oc:11· la ª> lld:1 dt> dn:--; h1 1 rma110~ ~11., o~, 11rny e11l1'11dido•.; larnhit·11 en 1'l a:-;1111lo: Pl''.ln t>:'.'ilo:,: .\rnoldo y Ca!'lo~.. \11nql.l1' di• illdo~ 11• lola!11w1de di:-,,1 lrt·~ !H~ru1a110;-,; q1w1:1:rn co11 d1·!1no y :,;1• :.:.ncl'ilica!Jan poi' (•11111plí1· con t'~IJH'l'!l :~u comPI H.. \nlonio r-1-n de enn1cle1· SPrío dt• 1111a moral p1•ro di' l'O~l 11111lll 1• inlat:lialil('."': en ~u'°' qllt' ;-,;11 impa ~ihilid.id .. \r110/do, por lo con~ . eorlP~ y tr~it,1h!r•; acPplo Pn el ¡10r!P d,• eapU111do~{' Jiorello las ::-:impalia~ d1• los (;r;rnd1':'>, In que lt• valio el llonorilíco líl11!0 olrn~ vt>ntaja:--, IP nhna In p11erla d1• lo~ pa-· ('Plllros y donde podia hnllat· palrnlo a ~11'> i11,·e~li~ n._.\ulonío !e11ra ~n µ:ahitH'IP, t'XJIPdía :-su~ escrito~, ya put>sfos .aqu1 l'l lrrci'ro dP l1)~ hf'l'HHHHH lo~ llt>nilla a Fran<'ia pnra ~ll

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