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60 J\1is treinta y cinco años de Misión en la Alta Etiopía diente que tenía sobre los moradores de Gualá, se negó a abandonar la casa. Esperaba desatar la furia del invasor Aragani y concertar con él un acuerdo. Apenas Aragani con sus aventureros cercaron la casa-Misión, se les presentó el Sr. Prefecto. echándoles en cara con ánimo resuelto la sinrazón de sus peticiones y exigencias, cesaron de su loco desvarío; y a los dos días levantando el sitio se retiraron cabizbajos y silenciosos. Aun más: el jefe de aquella sublevación, Aragani, tocado por Dios en P,l cora– zó·1 y reconociendo sus extravíos, se convirtió al Catolicismo. muriendo encarcelado por la fe. cual ferviente seguidor de Jesucristo, en el lSGO. HJ. Noticias corzsoladoras.-Pasando ese chubasco de la subleva– ción de Aragani y vuelta la calma a la población. salimos también nosotros de nuestra madriguera, y baj::mos a casa dejando en previsión nuestros equipajes en la gruta. Muy pronto comenzó a rumorearse la consoladora noticia de la paz, siendo en breve confirmada con ocasión de la retirada de las tropas a sus casas. Pero lo que nHís llenó de consuelo nuestro cora– zón fué la noticia de la Yenida de nuestro íntimo amigo el Sr. D. Antonio D·Abbadie. ¡Cwín cierto es que Dios no abandona a los atribulados que ponen en El su confianza, y que da. junto con la lancetada que abre la he– rida, el bálsamo del consuelo que la cicatriza! Nuestro corazón, oprimido bajo el pt:So de tantos contratiempos. se ensanchaba ahora al pensar en el amigo entrañable, que con el dulce atractivo de sus cariñosas palabras y acertados consejos. sería guía de nuestros pasos y la mejor garantía del t',xito en el incipiente apostolado entre infieles. Por otra parte, cartas venidas de la costa y de Europa anunciábanos el regreso de Egipto del Agente consular, Sr. Degoutin. y los sucesos más salientes de nuestra patria. entre los cuales sobresalían por su importancia los referentes a la persona del Romano Pontífice Pío IX. Pues sabido es que a su elección aplaudían con ambas manos los liberales de todos los matices creyendo tener de su parte al gran Pontíf;ce de la Inmaculada; pero bien pronto su loca ilusión se trocó en odio satánico. cuando vieron que lejos de transi– gir con sus marcados errores y decantadas libertades de perdición, les dió en la cabeza cortando de un tajo toda la trama de su proyectada re– forma de la sociedad. 20. El 5'r. De Jacobis en Anticrj. ~ Aprovechando aquellos pocos días de paz y de calma en el pab. el Sr. De Jacobis hizo una visita a la iglesia de Anticó, donde prospe.raba un pequeilo grupo de cristianos al cuidado parroquial de otro antiguo alumno de la Propaganda. llamado Aba Ualde Kiros. Participaba esta peque!la población de la tranquilidhd que reinaba en el principado del Sr. Sciper (en cuyo territorio radicaba) célebre na– turalista de Baden. bien conocido en Europa por sus estudios africanistas y mnerto, si no me engailo. en Adua en el 1875. cuando una terrible epi– demia asoló casi toJo el reino del Tigré. 21. Erzfrcl'ista con el Sr. D· Abbac/ie--- Por fin se firmó la paz entre Ubié y Rns Aly. Los pueblos volvieron a su vida normal, y el co– mercio reanudó sus hilos de mutua relación en el intercambio de los obje– tos. Desembarazado el Sr. D·Abbadie de todo obstáculo que le detuviese en su camino, arribó con toda felicidad a Adua y a los pocos días a Gualá, donde con vivas ansias le esperübamos. Un afio largo hacía que abando– nando nosotros nuestro reposo conventual. a impulso de sus ardientes

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