BCCCAP00000000000000000000476
Traducción del M. R. P. Marcos de Escalada 59 16. Rescate y bautizo de dos esclaros gallas.--En la imposibili– dad de internarnos hacia el corazón de la Abisinia. a causa de la persis– tencia de la guerra, nos dedicamos al ministerio apostólico entre aquellos indígenas, a la vez que procurábamos hacer progresos en el manejo de la lengua galla. Acaeció en ese tiempo encontrarnos con una caravana de comerciantes de esclavos procedentes del mediodía de Africa, y mediante el apoyo del Sr. De jacobis y de D. Gabriel, cono--:edores prácticos de esta especie de negocio, compramos dos jóvenes de orige11 galla, el uno de cerca de doce años, y entre ocho y nueve el otro. Los instruimos du– rante la cuaresma, y por Pascua recibieron el bautismo, el mayor con el nombre de Pedro y el más pequeño con el de Pablo. El primero pasó más tarde al servicio de un ho:irado caballero europeo. manteniéndose siem– pre firme y constante en la fe; y el pequeiio, Pablo, conducido a Aden durante la persecución, siguió la carrera eclesiástica y al caoo fué orde– nado de presbítero en Kafa en el 1861, ejerciendo atín a la fecha su hon– roso cargo de misionero del Xoa con alabanza de todos. 17. Tumultos erz el Tigré: Temores y precczuciorzes.-La furia de !a guerra continuaba aun cortando en flor ía vida de la juventud, sin que por lado alguno asomaran esperanzas tranquilizadoras de la paz. Y, como a río revuelto ganan los pescadores. los hijos de Deyaché Sabagadis, predecesor de Ubié en el reino del Tigré, aprovechándose de esa incer– tidumbre de los pueblos y de la ausencia del ejército. se levantaron en armas con un ciento de aventureros cada uno y, haciendo sanguinarias correrías por el territorio, mataron, incendiaron y saquearon cuanto les vino en talante, llevándolo todo a sangre y fuego. Aragani, que era el más joven, invadió la provincia de Agamién, punto de nuestra residencia, y en alas de su ciego furor, acercúbase a Aldegrad, no estando tampoco exenta de peligro Gualú. En previsión de cualquiera intempestiva sor– presa, el Sr. De Jacobis dió orden de recoger lo mús interesante de la casa, junto con nuestros equipajes y esconderlo en una oculta y escarpa– da gruta, que el padre de uno de los sacerdotes indígenas posefa en un monte cercano. El lugar era, en verdad, escogido y seguro, así por lo dificultoso de la subida. como por estar en condiciones de defensa muy favorables. No se olvidó tampoco el Sr. De jacobis de lo mús necesario para la vida, y llevó también provisiones de boca para el caso de perma– necer allí mús tiempo de lo que se pensaba. 18. Asalto a nuestra casa: huida a la f{ruta. --Era a la caída de la tarde de la víspera de la Ascensión del Seiior; un rumor de pánico y sensación se extiende con rapidez por toda la población. Aragani se acer– caba a la ciudad cautelosamente con daiiada intención de asaltar nuestra vivienda y llevarse presos a los forasteros. Fácil es conjeturar la turba– ción y el sobresalto de todos nuestros familiares. cuando personas amigas de casa nos avisaron caritutivamente de tan fatídicos rumores. Aquella noche nadie prendió los ojos; muy de madrugada celebramos Misa y casi en ayunas salimos a toda prisa en dirección a la mencionada gruta. Los indígenas trepando con agilidad por entre aquellos quebrados peiiuscales ganaron pronto la cima; pero nosotros hubimos de sudar y aun fué preciso que nos ayudaran con cuerdas desde arriba, ¡tan escarpada y peiiascosa era la subida! El Sr. De Jacobis, lleno de valor y confiado en el aseen-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz