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58 Mis treinta y cinco años de Misión en la Alta Etiopía guiente, celebrar la Sagrada Ceremonia en la capilla privada de rito la– tino que el Sr. De Jacobis había levantado aparte para servicio suyo y de sus familiares, en número de unas cincuenta personas. En la primera ordenación conferí las órdenes Menores a los quince ordenandos; diez días después ordené a diez de ellos de subdiáconos; en la tercera orde– nación estos diez recibieron la ordenación del diaconado, y otros dos jó– venes las Ordenes Menores; finalmente, en la cuarta, y debidamente en– sayados en las ceremonias de la Misa y en la pronunciación del latín, a que 110 estaban acostumbrados, recibieron los diez el Presbiterado. L3. Co:zvirsión d2 Bíera y ordenación de su clero.---No lejos de Gtrnlá, h:1l lábase la pequeña aldea de Biera, cuyos moradores con su clero al frente, estaban impacientes por entrar cuanto ante,- e,1 el reiil de h Iglesia Católica. El Sr. Prefecto les iba dando treguas a fin de aquilatar mejor la sinceridad de sus deseos a par que para rehabilitar a su clero inválidamente ordenado. Con nuestra llegada sonó la hora de la miseri– cordia divina para aquellas pobres gentes. El Sr. Dejacobis, acompañado de dos nuevos sacerdotes se trasladó a Biera, recibió su profesión de fe católica y dejando al frente de la parroquia a sus dos :ompañeros. trajo consigo a todo el clero de ella, a fin de que se le habilitase por un,1 or– denación válida y en conformidad con los cánones. Así lo hice celebrando en un mes otras cuatro ordenaciones sagradas. 1-1:. Alitiena. --Las fiestas de Pascua se nos echaban encima y todavía nos restaban dos iglesias por proveer. Una era la de Alitiena, pueblo al norte de Gualü y a la distancia de unos cincuenta kilómetros. Poco ha habían abrazado la fe católica, pero aun carecían de sacerdote y de igle– sia, si bien ésta se hallaba en construcción basb11te adelantada con casa rectoral a ella aneja. Alitiena era el ídolo mimado del Sr. De Jacobis. así por la sencillez de sus costumbres puras y ajenas de toda maligna pon– zoiia de vicio. como por su halagüeiia posición geográfica que, en l'pocas de persecución, le prometía asilo seguro (1 ). 15. El 1Worzasterio de Gorzdagondi.--La segunda iglesia que re– clamaba nuestra pronta atención era la del monasterio de Gon'.lagondi, uno de l,)s más antiguos y venerados de la Abisinia, por su regularidad y observancia monacal, que a la sazón conservaba, a lo menos en aparien– cia. Distaba de Gualá como un día de camino, y su_.; moradores en parte. habían ya abrazado la fe católica. si bien algunos, como el abad del mo– nasterio y otros monjes, recelaban hacer ptíblica su profesión de fe, por temor a represalias y persecuciones de los herejes. El Sr. Dejacobis com– pletó la obra comenzada. Presentóse en la aldea, acompañado de algunos sacerdotes indígenas, hízoles alguna reflexión sobre la religión Católica, y sin dificultad se rindieron todos los habitantes. Por fin, después de breves días de permanencia entre aquellas sencillas gentes, dejündoles por pürroco uno de sus compaiieros, se retiró a su residencia de Gualü. (1) Cuando poslt>riorn1Pnlc se d1•sf•ncadPnú Ja rPvolueíún, Yimo:-,,, rn efPrlo, que los puPhlos de Gualú ~- d(• Biera, con gran parf P dP su clero, tornaron al eisIIta, r los poros ea– tólicos tp1e pt>rmmwcirron firmes, huhieron ch• h•vanlar a sn eosta una capilla prh·ada para cPlchrar los di\·inos oficios, al paso que .\.litirna conlinnú sit•mpre HrnH' y conslantt• rn la práct.ca de la fr ealúliea.
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