BCCCAP00000000000000000000476

Traducción del M. R. P. Marcos de Escalada 57 11. Celebración de la ceremonia en secreto.--La ordenación se celebró en secreto. Primero, para evitar el escándalo. Algunos de estos ordenandos estaban ya ordenados inválidamente por el hereje Salmna, y era inválida su ordenación, porque también lo había sido la consagración del obispo; sería, pues, inevitable el escándalo en el pueblo, que eso pre– :;enciara. Segundo, parn 110 exponerme temerariamente a incurrir en penéis legales. Porque la presencia de cu ]quier obispo extraño en Abisinia, ejerciendo sus funciones episcopales sin llamarnie11to ni aceptación de parte del Gobierno, incurriría, según las leyes, en gravísimas penas. hasta en la pena de muerte, conforme las circunstancias. Y tercero. para no herir la susceptibilidad del obispo hereje con perjuicio mío. porque. es evidente que si llegaba a sus oídos que venía yo enmendündole la plana, ordenando nuevamente a los por él ordenados, 110 digo yo la polvareda que se hubiera levantado. Todo lo cual creí ser müs que suficiente para haCE'.r aquella sagrada ceremonia en secreto y a puertas cerradas. Por otra parte. el tiempo urgía y era preciso tomar una concreta resolución a fin de evitar tantos actos de culto anticanónicos e invülidos. En Gualü. sin ir müs lejos, regentaba la Iglesia un venerable presbítero, antiguo alum– no de la Propaganda, llamado Gabriel. Como para celebrar los divinos oficios en rito etiópico, precisaba la ayuda de cuatro mit•istros. dos sacer– dotes y dos diáconos. había de echar mano forzosame11te del único clero qllio tenía, que estaba in\'ülidamente ordenado. Bien comprendíamos lo irregular y anticanónico del acto, pero nos era forzoso toll"rarlo transito– riamente por temor a un esuínclalo público y el consiguiente retrocC'so en la fe de aquel pueblo. Ptws hay r¡ue tener en cuenta que en el apostolado entre infieles y herejes no siempre es factible lo nHís perfecto y conformt a la ley, sino que hay circunstancias en que In necesidad y la pntdl'nci:1 sugieren de consnno la condescendencia (no siendo en pnntos de fe o de dis::iplitrn e5encia1), a fin de mantener el poco fnito que con indc•ciblt,s sudores y desvelos se lw cosechado. Lo contrario fuera tejer y destejer L, misma tela. Ocasión propicia y oportuna pura hacer esa ceremoni:1 ,,n ::,e– creto y sin temor a represali:is era el tener de nm·str:.1 purte al rey De– yacht~, quien admiraba y prestaba ayuda a llll•'síra Misión. aunque rnús por miras políticas que religiosas. Porque conocían fondo la índole indo– mable de aquellos pueblos con los cuales es preciso contemporizar y ceder si se quiere tenerle a raya y gobernarlo; pero si se le contraría, sobni todo en puntos de religión, no hay freno que le detenga; se subleva y echa a rodar por el suelo las coronns mejor asentadas. 12. Loca! para la ce/ebracfrín de la Sagrada Ceremonia.-No hal1ía que pensar en una catedral pero ni aun ti iglesi:1 parroquii1l de San Juan de Gualá nos servía para el caso. Era (~sta un cuadrilátero de cor– tas dimensiones, cuyo centro se hallaba separado por cortinajes del resto de lo demás, formando un pequeño recinto destinado al Sancta Sancto– rum. En medio de éste se alzaba el altar para las misas, sin otro espacio más que el preciso para los Ministros asistentes (1). Resolví. por consi- (l) La:-. funcio11ps :,ag-ratla:-; tlt•l rito Pliúpit·o únicamPnft• puPdl'n <'Pll'hrar~P tlPnlJ'o. 1kl •HSancla Sanelor11rn)/, El put'l1lo no prn•dt• t•nlrar t•n t>SII' luf,n1r ni Vf'l' 11ada dt> cunnlo Pll ,•l :--P !tace, pero a~iste a ella::,; moralmt'nl1• dPsde í'I Cllt'l'!}O de la igle::;in.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz