BCCCAP00000000000000000000476
Traducción del M. R. P. Marcos de Escalada 51 Sr. De Jacobis, pidió leche, que nosotros tomamos de buen grado. Rega– lónos igualmente un buey, que mandamos al punto degollar y distribuir entre los de la caravana. 15. En Tulwnda: Tradiciones abisinias acerca del Arca del Tes– tamento.--En Hallai contratamos nuevos portadores de carga y pari irnos en dirección a Tukunda, aldea sita al mediodía, pero dentro de la citade1 meseta. Según tradición abisinia, el Arca del Testamento estuvo, por ul– gún tiempo, escondida en este lugar, a donde la ocultaron algunos sacer– dotes israelitas fugitivos de la cautividad de Babilonia; posteriormente. dice,1, fué trasladada a Aksum, cuyo santuario había de ser su perpetua morada. De la veracidad de esas emigraciones israelíticas a la Abisinia, procedentes de Palestina; o quizás más propiamente de las colonias de Egipto, podemos decir que existen fundadas razones, no sólo por las tra– dit'.iones del pueblo, sino aún en muchas costumbres y usos populares, y hasta en los dialectos que hublan; pero en lo tocante a la historieta del Arca Santa, sólo se hallan afirmaciones gratuitas, sin prueba ni señal de ninguna especie. rn. Matadero cristiano y matadero musulmdn: Jóvenes que co– men carne crudcz.--En Tukunda estübamos hospedados en casa de un ferviente católico, quien, como de costumbre, hízonos regalo de 1111 toro. que rehusamos, aceptando en cambio una oveja y una cabra. Al degollar la oveja, presencié 1m espectúculo digno de mención. que dejó una pro– funda impresión en mi ünimo. Unos pobres y hambrientos muchachuelos. que acechaban el momento propicio del sacrificio de la ovejuela. arreba– taron instintivamente los intestinos de la víctima y dividiéndoselos ami– gablemente, sin otro condimento ni salsa que su propia voracidml. se los devoraron aún calientes. Igualmente fuí testigo de otro espectáculo de no menor interés y cuantía por su significación. Observé que los jóve– nes a quienes fué confiado Pe! degüello de la cabra, se apartaban total– mente de los primeros para hacer el sacrificio de la víctima, y, pregun– túndoles el motivo, supe que era la diversidad de religión: Unos c'ran cristianos y otros musulmanes, y entre ellos era cuestión de fe el no participar unos de la carne de víctimas degolladas por los otros. 17, Razones en pro de esa prcictíccz.--No faltaron críticas y cen– suras de tan extraña y rara práctica. principalmente por la nota de su– perstición con que aparece, pE.'ro reflexionando seriamente, me parece no deba condenarse en absoluto. Priniero por el escándalo que de ahí toma– rían los demüs cristianos y aun los musulmanes; porque, si ese acto es entre ellos significativo de religión, estarnos, decía para mí, en el caso del Apóstol, cuando escribía: "Si esca scandilizat fratrem meum, non manducabo carnem in aeternunP. Por otra parte, hay que tener en cuen– ta que la religión de aquellos cristianos de Abi~;inia (hablo de los no ca– tólicos) es ptÍramente rntinaria y exterior, y casi mero signo de raza; por lo cual si se les prohibe esas pocas pnícticas, su religión se evapora y por consiguiente, su conversión a la fe católica sería un problema por demüs difícil. Aun trnís. prohibiendo a esos cristianos semejantes prácti– cas perderían el horror al islamismo y, poco a poco, se identificarían con sus brutales costumbres, terminando por abrazarle sin esperanza de con-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz