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Traducción del M. R. P. Marcos de Escalada 43 tierra . Trájonos algunos regalos, quizás con la esperanza de recibir de nosotros algún vaso de vino y de aguardiente, cosa que no habría osado toma r ni encontraría tampoco en Rabbo , por estar allí prohibida con se– verísimas penas I& entrada de vino y otros licores. Hablaba el idioma árabe, el turco y bastante bien el italiano; de suerte que conversábamos con libertad, sin peligro de ser comprendidos de otros; nos creíamos afor– tunados por haber topado con persona t an benévola, haciéndonos más agradable y animada la conversación el deseo de conocer a fondo los usos y costumbres de aquellas gentes, tanto que no pensando detenernos allí más de un día, estuvimos dos, gracias a sus ruegos y súplicas. Hacía que nos trajesen la comida de su propia casa, y él mismo comió alguna vez con nosotros. 8. Religión y .sentencias de este Gobernador.- En verdad, por sus dichos y hechos lo ca lificamos de incrédulo en Religión; tenía poca fe en Mahoma , y quizás ningun¡¡. en.- las demás religiones , aunque parecía que en su corazón era más cristi ano que mahometano. Al beber, acostum– braba él decir: «El turco fino, comer cerdo y beber vino», y hablando de Mahoma, decía: << Los santos cristianos no tenían mujer, . o si la tenían, era una sola; pero nuestro profeta tenía catorce, y todas robadas; aun más, las mujeres de los otros todéls eran suyas.)). Dejo de referir aqu í otras espontáneas cqnfesiones, salidas de boca de aquel mahometano, que mostrarían hasta la evidencia la monstruosidad del islamismo, religión repugnante, que ha ;perdido y pierde tantas almas embruteciendo y de– gradando al hombre, abriendo la puerta al torrente de desenfrenadas pa– siones y esclavizándole debajo del miís feroz d.espotismo político. 9. Partida y llegada a Geda.-A la mañana del tercer día, nos dimos él la vela para Geda, y entre altenwtivas de gozo y sufrimiento llegamos l:espués de tres díélS a dar vista a la población. Es esta la ciudad de más habitantes en toda la costa asiática del mar Rojo , y la más impor– fante por ser capital y sede del Gobierno de toda la Arabia que media entre la Feliz y la Petrea, siendo el emporio de todo el comercio del mar Bermejo, y como la puerta de entrada y salida de las famosas peregrina– ciones musulmanas. Geda, vista desde el mar, es bellísima: sus casas to– das blancas , aunque mal construidas, sus altos alminares (1) y numerosas mezquitas (2), le dan aspecto admirable y encantador. Llegados al puer– to , enviamos tarjeta al Cónsul francés Sr. Fresnel , célebre orientalista, pidiéndole su anuencia para salir a tierra; el Cónsul se hallaba ausente, (I) Los alminares son torres altns semejantes u nuestros campanarios, de donde creo hayan Lomado la forma. Lcvúnlnnsc al lado de las mezquitas, y son de estilo úral>c, t,•r1ni- 11nndo en aguju coronada de la media lunn. Tienen una halrrn stradn en der1·edor por la pnrlc e.le afucrn. sohrc la q11f" sube y da vueltas varias veces al dia y a la noche el Muezzin o Santón del J{orún, canlando la invitación a la oración, diciendo: Allá. Jllald, etc. En las pequeüas nu•zqnilas de las aldeas se hace sólo en alta voz, ¡1cro en Gcd? y dcmús grandes mez.q11itn-s dP las ciudades se dice canlundo. (2) Con esle nombre conocemos nosotros los templos mahomclnnos, pero su verdadero nombre es Jv[esqid, r¡uc significa casa de oración, del verbo árabe saqad, r¡ue quiere dec ir adorar; y como los nrnhomelanos deben estar de carn a la Knaba de lu1'Ieca cuando oran, en las Htezquilns suele hahC'r un ni cho indicando esa dirección. Las mezquilas de Gcda, de Me– dina y de la M,·ea son riquisinrn s por las 1nuchas ofertas c¡nc dejan los peregrinos; las drl Cairo son más ou 111nncro y mús ,rrandiosas; poro las de Constanlinopla, cxccplo Sanla Sofin, son muy mcz11uinu:;, )· cu su ~nayor parte fueron antiguas iglesias cristianas.

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