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Traducción del M.-R. P. Marcos de Escalada 41 Nos imagináb~Ínos allí debajo de nuestros pies al soberbio perseguidor del pueblo de Dios, sepultado y petrificado en el fondo del mar, con todo su séquito de ,soldados, carros, armas y caballos. A eso de media tarde dimos vista a la playa donde desembarcamos y pasamos la noche cerca de la llamada Fuente de Moises. ~- Detención en Tor. - AI rayar el alba tomamos un poco de café y soltamos la vela , continuando el viaje. Soplaba un ligero vientecillo de la tierra que nos hizo caminar todo el día, aunque lentamente. Al caer la tarde, étrribamos a una aldea llamada Tor y echamos anclas , poniéndonos al abrigo de su pequeño puerto. Sus habitantes eran todos cismáticos griegos dependientes del famoso monasterio del Simií, distante de allí como unas trece horas de camino. A petición del capitán de la barca per– manecimm, en Tor todo el día siguiente con el fin de hacer las necesa– rias provisiones de boca, pues hasta Jambo no se encontraban otros pue– blo!'.'> . Nosotros, hechas las provisiones, dimos un largo paseo por aquellos alrededores, preparamos nuestra comida en pleno campo y disfrutamos del aire de la tierra todo aquel día. 3. Riña entre las mujeres de ·dos 1-'opes.-AI echar en Tor pie a tierra , encontramos al pueblo amotinado a causa de una riña entre las mujeres de dos Popes cismáticos, las cuales, pasando de las palabras a los hechos, se habían venido a las manos maltratándose duramente. Y lo peor fué que la reyerta degeneró en motín popular, tomando parte en ella, no sólo los dos reverendos Popes, sus maridos, sino también los parientes de una y otra mujer, resultando varios heridos y siendo preci– so que bajara del Sinaí el Procurador del monasterio, a quien el pueblo estaba sujeto civil y eclesiásticamente, para poner paz entre ambos partidos. Con tal motivo se nos ofreció ocasión muy propicia para hacer una visita a aquel célebre monasterio del Sinaí, que tan sagrados recuerdos guarda en su historia; pero dado el retraso que esto había de originar en nuestro viaje, los gastos que suponía la visita, el regc1lo que era preciso hacer al monasterio y otros inconvenientes, desistimos de hacer la visita y permanecimos todo el día en Tor. Mis compañeros recorrieron algunas de aquellas graciosas colinas, desde donde se divisc1ba una buena parte del celebrado monte Sinaí; yo, entretanto. estuve en conversación con e l monje que guardaba la residencia perteneciente al monasterio. 4. El Procurador del Monasterio. - Aprovechando el Procurador su venida a Tor , hízonos una visita, que agradecimos sobremanera, y en reconocimiento le invitamos a comer en nuestra compañía, lo que él aceptó de muy buen grado . Preparada, pues, la mesa, se comió alegre y expansivamente, y la Iglesia griega y la latina pasaron un rato en buena harmonía hablando de cosas genernles e indiferentes. Mas cuando dis– cretamente quise toca r ciertos puntos relativos al cisma, con el fin de sondear el fondo de nuestro comensal , allí era de ver al reverendo señor cómo se despachaba a su gusto, soltando una sarta de groseras palabras y epítetos tan poco decentes , que creí mejor cambiar de discurso y dej a r el asunto para ocasión en que me encontrara con personas de más sano juicio. 5. Inminente peligro de nau/ragio. -Pasados dos días enteros en
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