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Traducción del M. R. P. Marcos de E~calada 37 fondo en los viajes que con ello,s tuve que hacer por mar y por tierra , y me parece que los griegos y los armenios tienen algo de respeto y mi'ra– miento que los retrae de·cometer ciertas bajezas; pero ·1os coptos no tie– nen recato ni pudor alguno. Su religión es más bien musulmana que cris– tiana; estudian con empeño la literatura árabe , indagan su historia y sus tendencias , y son aceptados y recibidos como escribanos, po'r los gobier- nos y los particúlar~s.. · 5. El Pope griego y su iglesia. La colonia cismática de Suez , compuesta de unas 20 familias, poseía una iglesia oficiada por un sacer– te , a quien llamah Pope. A decir verdad , el citado Pope se preacupaba bien poco de su iglesia. Era de índole sencilla , excesivamente locuaz , un tanto dado a la bebida y .de escasa instrucción. Gran parte del día se lo pasétba sentado en el despacho de vinos del m:iltés de que hice arriba mención. Saludónos cortésmente y nosotros correspondimos con afabili– dad a su saludo trabando con él conversación siquiera para conocer de cerca el cará~ter oriental. Le convidamos a nuestra mesa y aceptó de buen grado. Después nos llevó a visitar su pequeña iglesia , que era po– bre pero bien construída y de gusto oriental. En el frontón que separa el Sancta Sanctorum del resto de la iglesia se hallaban las pinturas de los doce apóstoles de estilo bizantino sencillo. Por fin, entramos en el Sdncta Sanctorum. ¡Dios mío , qué lugar aquel de piedad y veneración!; una mesa vieja y desnuda , con unos toscos candeleros encima , servía de altar; en un rincón el incensario de cobre, todo ahumado y negro; en otro , unos platillos también de cobre cubiertos de hollín y sucios y dentro de un arcón unos pobres ornamentos tirados sin orden ni concierto. Pero el bueno del Pope aun no nos había enseñado lo mejor. Abrió , por fin , un armario, cuyas tablas carcomidas hallábanse cubiertas de una gruesa capa de polvo , y nos presentó en un platillo varios pedacitos de pan enmohe– cido, diciéndonos: Esto es la Eucaristía , que se guarda para los en– fermos. Al oir Eucaristía , instintivamente nos pusimo5 de rodillas , para dar ejemplo siquiera a aquel pobre Pope, de quien se podía dudar que comprendiese lo que era la sagrada Eucaristía . Pero el desgraciado al vernos tomar esa actitud montó en cólera prorrumpiendo en frases gro– seras y despectivas cual si fuera un obseso. Motivo fué esto para que nosotros saliéramos a toda prisa del templo , donde se aspiraba un tufo tan asfixiante y nauseétbundo que a duras penas se podía sufrir. Bien lo denotaba el nutrido enjambre de moscas que cu– bría materialmente sus paredes. 6. Una visita a su casa. - Sosegado y en calma el Sr. Pope, vino en seguimiento de nosotros y nos invitó a entrar en su casa. En I& puerta nos esperaba ya su mujer , muy alegre y ataviada como en día de fiesta , y satisfecha del honor que le hacíamos. Nos recibió con inusitadas cere– monias de atención y agasajo y nos obsequió con una suculenta merienda. Pero aquella vanidosa mujer de modales tan descompuestos y nada con– venientes a la esposa de un Pope me hicieron entrar en sospecha sobre la moralidad de la familia; y en efecto, supe después que no gozaba de la mejor fama en el pueblo. 7. El sucesor del Pope.-EI joven Sr. Costa , que nos servía de guía en Suez , era diácono de la iglesia del citado Pope, y a la muerte de

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