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3-t Mis treinta y cinco años de Misión en la Alta Etiopía Sabido es que el año de la égira consta de doce meses lunares, y por tanto de trescientos cincuenta y cuatro días por ser el mes lunar sólo de veintinueve días y algunas hor::1s, y en consecuencia tiene el año lunar once díás menos que el año solur, los cuales forman la Epacta. Esto hace que las fiesüis musulmanas se anticipen cada afio once días, y a la vuelta de unos treinta y dos o treinta y tres ufios vengan a coincidi r en el mismo día del año solar, pues tal an ti cipo repetido en el citado número de ::tiios Llega a constitui r aproximadamen te un nuevo afio lunar; de modo que cuando ellos cuentan treinta y tres años , nosotros contamos poco más de treinta y dos. Por consiguien te, el calendario musulmán , que arranca de la égira , m1menta en cada siglo próximamente tres afias más que el grego– riano , usado por casi t odos los pueblos civilizados. Conocido esto , y vol– viendo al ayuno del Ramadán , es curioso ver a los musulmanes prepa– rarse , como lo haríamos nosotros para una gran fiesta , con provisiones de comestibles de toda suerte, y más de lo acostumbrado , de manera que al acerca rse el ayuno se les ve a todos afanosos y ocupados, y hasta los mendigos andan de una a otra purte pidiendo limosna , a fin de comprar carne y otras cosas para ayunar !! L a razón de eso. es que semejante ayuno no es precisamente una abstinencia y mortificación, como lo es parn nosotros , sino una simple observancia externa religi osa, que con– siste meramente en la inversión de la hora de la refecci ón. En suma , este ayuno es una verdadera bacanal celebrada en las tinieblas de la noche; pues de día no comen ni beben , ni aun siquiera fuman , pero desde la puesta hasta la salida del sol comen y beben hasta el exceso entregán– dose a toda suerte de vicios; y en las grandes ciudades el día se torna noche, porque lo pasan todo durmiendo y la noche en vela, y hasta las mismas oficinas del Gobierno están de día cerradas. 19. lmpcrtancia de este ayuno.-Para los musulmanes el ayuno del Ramadán tiene un valor sacramental , siendo la obra más importante de su religión y la que imprime carácter al islamismo; y por eso la obser– van (aunque a su modo) con tan excesivo rigor. Tiene para ellos tanto peso y valor, que suscitándose la cuestión de las distintas religiones, no hablan palabra de dogma , sino sólo del ayuno, en que consiste la esencia de su rel igión. Por manera que cuando en ciertos lugares, sobre todo en los países meridionales, cuando se quiere indicar que alguien se ha hecho musulmán , suele decirse: Fulano se ha pasado al ayuno masulmcin; y de modo semejante, cuando un musulmán se ha hecho cristiano. Es ade– más uno de los mayores obstáculos con que aquella embrutecida raza tropieza para abrazar la religión cristiana; porque, a su parecer, ésta es menos santa que el islamismo, como quiera que observa con menos rigor el ayuno Y es cosa de oir cómo, en Abisini a y en Kartúm, autorizados mahometanos hablan de los protestantes, que rechazan todo culto externo, y principalmente el ayuno. 20. lnfl,ul!ncia del ayuno musulmdn sobre el ayuno de los cris– tianos de Oriente.-No quiero dejar de hacer todavía otra observa– ción, y es que esa especie de superstición de los musulmanes respecto al ayuno, se ha introducido también entre los cristianos de allí, especial– mente entre los herejes. Tierien éstos en grande estima el ayuno y lo observan rigurosamente, mientras que no hacen escrúpulo de los hurtos,
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