BCCCAP00000000000000000000476

Traducción del M. R. P. Marcos de Escalada 131 lulan en rnsi todas las nnciones europeas, viéneme a las mientes si podrá venir a ser Europa el campo de Agramante donde se desarrollen escenas como las que voy describiendo de los aventureros de la Abisinia; porque hoy en día la ley en manos de esos partidos de política rastn,ra no es otra cosa que una pantalla de lujo a cuya sombra úrdense los más bajos y solapados latrocinios y rapacidades que imaginarse puede. Pero dejemos a esos reyezuelos con sus coronas salpicadas de des– aciertos y tiranías. chan..:hullos y raposerías, y anudemos el hilo de la historia de nuestro viaje que tocaba ya a la población de Kalakeur, que pasamos de largo entrando en la profundidad de un estrecho valle, pa– saje obligado de las caravanas, donde no quise pernoctar por temor a cualquier asalto de bandoleros que abundan en el país, y me retiré a una isleta de un pequeño lago cercano haciendo noche al abrigo de un rnrpu– lento sicómoro (1) que para mí fm: providencial, mi arca de salva:i{m en la peripecia que voy a referir. O. Furiosa tempestad y horrible inurzdacfrJn. -Prendida la hogue– ra que debía arder toda la noche con el fin de ahuyentar las fieras, cena– mos y dí orden a mis criados se acostasen, mientras hacía yo la vela por la conservación de la fogata, y rezaba mis diarias oraciones. Terminadas éstas y, despertando a uno de ellos, me acosté sobre un lecho de piedras y arena, que para mí era como mullida cama. porque --el que no es quis– quilloso y tit·ne sueño, duerme en cualquier pr1rte como un leíio --, y echando un clavo a la rueda de mis cavilaciones, traté de reposar un poco para resarcir las fuerzas. No bien se iban prendiendo mis ojo:;;, advierto en lontananza el brillante parpadeo de una nube que asomaba en el horizcnte: creíla lejos y dando una vuelta sobre el lecho continué mi interrumpido reposo. Por fin, un estruendoso trueno vino a despavo– rirme. metit~miorne el miedo en el cuerpo, e instintivamente me incorporé b:ijo la ¡ws·1dilia de algún futuro acontecimiento d(•sagradable. ¡Dios lo hizo! porque mi ce11tinel<1 roncaba que era u11 placer. Doy aviso al guía que provisionalmente lll'\'aba, y apenas abrió los ojos, comenzó a gritar desaforad:1111ente diciendo: ¡Tempestad, tempestad!; ganad enseguid,1 la cima del sicúmoro, de lo contrario quedamos aquí sepultados. En efecto. todavía 110 habíamos subido y llovía ya en desht,cho torrente con incesante alternativa de trnenus y relámpagos, que parecía el eco de la terrible ca– tüstrofo mundial. Los íorrentes salieron de madre y toda aquella isla quedó enteramente inundada, flotando únicamente sobre las aguas el cé– lt>bre sicúmoro que nos sostenia: hasta el jumentillo atado al árbol nadaba sumergido entre lds ondas, elevando en son de piedad su cabeza. pidien– do auxilio y ayuda. Cesó por fin la borrasca, pero quedamos como chupa dl\ dómine, chorreando agua por todos los costados. Afortunadamente el clima era benigno y agradable, de lo contrario habría sido el término de 11uestra desgracia. Todavía tuve únimo para decir a mi criado me suje– tase al úrbol, _y rnvuelto en la manta pude reposar algún tiempo. ¡Cuún necesaria es siempre en estos y semejante viajes la compañía de un guía experto y avisado que sepa prevenir los percances! Aseguro que si no (1) El sirúmoro es nna especie de higuera, y en las hojas se pare·re al moral; razón por la que se, Ir llamú (iíicus~rnorus)) \Sicúmoro). Se drsarrolla f'Xtraortlinaria1uenlt>.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz