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Traducción del M. R. P. Marcos de Escalada 127 mí, en cambio, nadie me e:,pera, si no es la desgracia y la miseria. De– cidme: para ir a Massaw:1h, ¿cuúl es el camino más corto? -Si no tenéis asuntos en Adua, me elijo, el camino mús corio es el de Amasén, pasaréis por Gondet y Kaiekeur, y a los cuatro días estúis en Massawah. Le pedí entonces un saco ele paja para dormir, y el bueno del me llevó uno de los mejores lechos que tenía en casa. Pero dí que alejó de mí aquella tentación que me hacía sufrir más que un dolor de muelas. 8. Precauciones en los viajes.--No bien me ví libre de aquella pesadilla del espía Salama. me acosté para descansar un poco sin pren– der los ojos, y al despuntar el alba ya estaba de nuevo en camino. E[ temor de caer en manos de mis perst"guidores me espoleaba ha-,ta 110 dejarrne reposar tranquilo. Adelante, muchachos, adelante: Ca111inad a prisa. de lo contrario mis urgencias en Massawah corren peligro. ,\lirmL les dije, si dentro ele ocho dü1s estamos l"ll Iv1assawah, os regalo el polli– no. Con que apresuraos: Seguiremos la vía de Amasén, que es 1rnís cort:1:0. ~Yo, contestó un l lil' ellos, no conozco nuís camino que el de Adu:1. - Preguntaremos :i los trnnsetrntes. Pero es mejor el camino de Ama– st'0n, que es mús recto y ll11no. El de Adua es pedregoso y estú sembrado de colinas que le seria al pollino muy costoso subirlas, y .se estropearü1 mucho en perjuicio viwstro. Si mús pronto entramos en M,1ssawah. más pronto tenéis a vuestra disposición el pollino, y encima os daré una buena propina. Eu pueblos búrbaros no hay mús medio de conseguir de ellos alguua ayuda que la esperanza del lucro. Los múviles del honor, la probidad o el temor de Dios 1io tienen allí correspo11de11cia como entre pueblos civi– lizados. Si queréis, por consiguiente, obtener de ellos algtín favor, mos– tradles la bolsa. Pero 110 es prudente tampoco estimular Jemasiado su apetito dt, ltwro, porque podía costarle caro al viajero; lo mús acertado serü siempre ofrecerles una regular propina si el éxito correspondiere a la empresa. Pero jmrnís os fü:is de su fidelidad, ni del obligado agrade– cimiento por los favores recibidos; porque el salvaje es peña dura donde no arraigan los afectos de gratitud y reconocimiento, que son hijos de la edncación; y tras un favor,- viene el vacío del olvido, y el pui'!al de la ingratitud. Estén advertidos de esto los que por cualquier motivo han de viajar por entre esas gentes, de lo contrario exponen temerariamente sus intereses y hasta su propia vida. Mis dos criadillos, que se iban ha– ciu1do remolones, apenas escucharon la promesa de la propina apretaron la espuela, y corrían que no veía:1 tierra.

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