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Traducción del M. R. P. Marcos de Escalada 111 ------------- muchas veces a su mesa. Su tienda era como un enjambre de chiquillos que en numerosa algarabía jugaban y retozaban en plena libertad. Ras Aly era una excepción entre los demás príncipes, en cuanto se refiere al lujo y aparato de su casa; no mostraba orgullo, vanidad ni ostentación; antes al contrario, vestía con sencillez, y recibía sin ese formulario rigu~ roso de etiqueta indispensable en los demás príncipes y grandes; su casu. sin merecer el reproche del desidioso, estaoa dispuesta con la mayor so– briedad. TenÍH también su confesor de rúbrica, de que no se dispensaba ningún príncipe abisinio, por más que suele ser más bien como mueble de lujo que para ejercer su sagrado ministerio. A los tales confesores suele el vulgo tenerlos en opinión de magos o adivinos. Ahondando más en el desempeño de ese cargo de confesor. debo decir que a los tales confesores les importa un comino 1<: vida y costumbres de sus ilustres penitentes, quienes 110 se confiesan quizá jamás, pero parti– cipan en todo de los honores debidos a tan respetable cargo, y son a la vez árbitros en la administración de la casa de su noble penitente. En cuanto a nosotros, es testimonio de gran valía como prueba tradicional del dogma de la confesión sacramental, practicada hasta en esos pueblos herejes y corrompidos. Tendré ocasión de referirme repetidas \'eces en estas mis memorias a semejantes confesores, y siempre observé que su ministerio era en realidad completamente estéril y sin resultado alguno prádico. ¡Oh, mil veces bendita Religión Católica! En tí solamente es donde se encuentra el verdadero puerto de Ealvación; tú eres quien, abriendo tus maternales entrañas, nos ofreces esa fuente inagotable de consuelos por la manifestación sincera de las llagas del corazón penitente; en tus Sacramentos encontramos la verdadera panacea para las heridas de nuestra alma, y el remedio divino para obtener el perdón de nuestras culpas y la amistad de Dios mediante un sincero arrepentimiento. A tí solamente, Santa l<.;lesia Católica, es a qui ~11. según la promesa del divi– no fundador, no foltarü jamüs la gracia y la asistencia del Espíritu Santo que te enseñará todo cuanto sea menester para conducir al hombre a su destino final. ¡Bendita, bendita seas! 11. Generosidad de Ras Aly.--Tenía este príncipe particular esti– ma de los europeos, y admiraba sus progresos y adelantos científicos, y sus usos y costumbres. Los misioneros catól"cos ocupaban en su corazón lue;ar preferente. y los favorecía y ayudaba con afecto paternal. En fin, Ras Aly era el reverso de la medalla de los demüs príncipes abisinios. Estos suelen ser insaciables de regalos y presentes, y ese es casi el único medio de conseguir de ellos alguna protección. Ras Aly era todo lo con– trario. Si le ofrecían algún don o oresente. lo recibía, y fuese mucho o poco siempre n1ostraba agradecimiento, pero nunca fné el regalo la medida de su amistad y benevolencia. Creo huberle conocido a fondo en un par de meses que estuve en su compañía. y estoy persuadido de que si cobraba amistad con i lguna persona y la favorecía con su protección, no era inte– rés ni adulación. sino simplemente natural inclinación de su ánimo bon– dadoso, y en los regalos siempre dió más de lo que recibía. ¡Tal era la generosidad de su corazón! - 12. Religión de este príncipe.---En punto a religión, Ras Aly puede decirse que no profesaba ninguna. Y si alguna idea religiosa preocupaba
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