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100 Mis treinta y cinco años de Misión en la Alta Etiopía hermana de padre, le era suficiente al príncipe para desligarse del víncu– lo de parentesco y consanguinidad que respetan aun los mismos salvajes. Un segundo caso tengo que referir, que observé en la misma familia. La esposa del príncipe, Workitu, nos cobró un afecto y cariño muy sin– gular. He aquí el motivo: Tenía Workitu un hijo de unos trece años, he– redero del principado (1 ). Acaeció que este jovencito, por curiosidad in– nata de su edad, o por otro cualquier móvil, comenzó a rozarse con nos– otros en la conversación, y como viese la afabilidad y el cariño con que le hablábamos, tanto se aficionó que no se apartaba un punto de nuestra compañía. Hicímosle algunos regalos, entre ellos de una camiseta, que el joven aceptó rebosando de gozo. ¡Cuán cierto es que el afecto que se tiene al hijo es anzuelo que arrastra a la madre!" No a todos, sin embar– go, era grato e1 proceder de la princesa. Y bien lo dieron a conocer cier– tos sacerdotes apóstatas cortesanos del palacio, los cuales se deshicieron en palabras de desprecio y en gestos de ceño, rebosantes de odio y fiera saña. 9. Daunt, población cristiana, y otros puntos.--AI cabo de tres días de descanso, tras largo caminar y de miserias llenos, pudimos asear– nos y acicalarnos un poco y emprendimos nuestra marcha bajo la protec– ción del príncipe Aly-Bábola en dirección a Daunt, población totalmente cristiana, y provista de iglesias para el culto, pero privada en absoluto de sacerdotes y en estado de lamentable abanduno, merced a la ciega propaganda musulmana favorecida por el citado príncipe. De Daunt par– timos en dirección a Betliem, punto muy pintoresco por su hermosa posi– ción, y una de las ciudades de refugio e inmunidad en tiempo de perse– cución, por estar sujeta a la jurisdicción del archimandrita de los monjes. Conservábase aún en pie una de las iglesias edificadas por los portugue– ses. Sin detenernos, continuamos en dirección al campamer.to de Deyéi– ché Belloch, tío de Ras Aly. Belloch era un tipo raro y ecléctico; vestía a lo cristiano, es decir, el característico cordón azul que distingue a los cristianos de aquellos países, pero en sus costumbres mostrábase entera– mente murnlmán, y musulmán era también su acompañamiento. Con res– pecto a nosotros no hay sino alabarle por el buen recibimiento que nos hizo. 10. En Bechfr.--En este punto nos cercioramos muy por menudo de todas las circunstancias de nuestro aprisionamiento. Todo ello tuvo por fundamento la mala interpretación de las órdenes de Ras Aly. Pre– tendía este príncipe darnos todas las facilidades y seguridades posibles en nuestro viaje y mandó se nos encaminara por el camino más corto y seguro. Sus órdenes se interpretaron bien a expensa nuestra. Pero Dios sea bendito por todo. Ahora nos mandó también aviso de que hiciéramos el viaje al Goyam, punto de su residencia, acompañados del príncipe Gebru-Uandie y su ejército, y así lo hicimos, después de descansar unos días en el campamento de éste. Entretanto se disponía el ejército para la (1) Este joven se llamaba Amc<ly. Su suerte fné desgradada. Pues en la invasiún del !'Onquistador TPodoro fui• preso y enrerrado en el castillo de ~lagdala, donde estuvo hasta ,¡ne por fin prreeiú allí de mam•rn trágica. Porque el citado conquis\ador viéndose ya per– dido y Y<'ncido por los inglcsPs, echú el rrslo de su frrocidacl y barbarie arrojando a lodos. los prisioneros en un horrendo precipicio.

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