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Traducción del ,'\1. R. P. Marcos de Escalada 99 ------------- hubieran podido hacerlo, hallábanse distanciados, sin que me fuera posi-. ble indicárselo. Por manera que no tuve otro remedio que sufrir y callar. 5. Ainamba.--AI cabo de cuatro días de forzada peregrinación por caminos eseabrosos y sin punto de descanso entramos en Ainamba, corte de Berrú-Lubó. Esperamos que fuese aquel día de mejor suerte. Pero no fué así. La incertidumbre continuó. De labios de este príncipe escucha– mos solamente que nuestro arresto había sido ordenado por mandato de Ras Aly, lo cual aumentó la obscuridad de nuestra ya triste situación. Adelante con la cruz de nuestros sufrimientos. En otros cuatro días nos pusimos a la puerta de la casa del príncipe Aly-Bábola en Horró-Hajmanó. Cuando ahora recapacito y trdigo a la memoria los tristes episodios que me acaecieron en esta ornsión, no puedo menos de cantar un himno a la Providencia divina que tanto veló por mí, librándome de la muerte y sacándome ileso de entre las garras de aquellos bandidos. Sería cosa de ir siguiendo paso a paso aquel largo calvario y observando minuciosa– mente las insolencias de aquella raza de fieras que nos acompañatan, así como los estigmas del sufrimiento marcados en nuestras frentes. Pero eso sería cuento de nunca acabar, y así diré que en todo aquel espacio de tiempo no tuve ni un minuto de tranquilidad; rendido y fatigado en extremo a causa del largo y duro caminar, asediado por aquella cana– llada soldadesca, sucia y harapienta, que en sus andrajos dejaba ver los más viles y repugnantes insectos, ¿qué esperanza ni qué consuelo podía tener? Bien es cierto que nos mejoraron un poco la comida, ¿mas quién probar podía bocado ante aquella nauseabunda compañía? Al recordarlo ahora me parece un sueño, pero ¡cuántos sinsabores y amarguras hube de devorar en tan angustioso trance! Y lo peor era que ni descansar tran– quilo podía. Acaecióme bastantes noches el hecho que voy a referir: Era la estación del otoño, que en aquel país suele ser bastante fresca; acos– tábame a dormir en sitio un poco apartado de mis guardianes; me envol– vía cuidadosamente en la manta y me quedaba dormido. No debía ser por mucho tiempo, porque me sentía quedar frío insensiblemente y des– pertaba, dándome cuenta de que mis guardias me habian arrebatado la manta, dejándome al sereno. 7. En casa de Aly-Bábola: Se aclara el misterio.-Por fin se descorrió el velo de tanta incertidumbre y respiramos tranquilamente. Nuestro aprisionamiento fué debido a una triste equivocación. No se dió jamás orden de arrestarnos. Lo único que se había mandado era encami– narnos por vía distinta de la que llevábamos. Los designados para cum– plir esa orden la interpretaron bien a expensa nuPstra. Gracias a Dios que por fin se terminó aquel cautiverio. Descansamos unos días en una casa cedida por el príncipe y provista de ordinarias comodidades, que en parangón con los trabajos pasados nos sabían a gloria, y luego empren– dimos la.marcha en dirección a nuestro punto de destino. 8. Un matrimonio monstruoso.--No quiero pasar adelante sin dejar consignar un hecho raro y monstruoso. puesto que es contrario a las mismas leyes naturales. El príncipe Aly-Bábola estaba cnsado con su propia henhana, :11amada Workitu. Inútil me parece entrar a discurrir acerca de los móviles que motivaron semejante monstruosa unión, pero sean ellos·los i¡tle quieran. es lo cierto que ni el que Workitu fuera sólo
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