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Traducción del M. R. P. Marcos de Escalada 97 -------- por no decir ridiculez, su etiqueta que acostumbraba a decir, que por no verlos, se dejaría morir. Los europeos eran allí conocidos despectivamente con el sobrenombre de «francos)) o franceses y en general eran siempre blanco de toda suerte de odios y de desprecios. Con todo, nosotros tuvimos fortuna, porque nos atendió el príncipe cortésmente, y aun se sirvió de hacernos el regalo de rtíbrica en semejantes ocasiones, enviándonos una suculenta cena, y proporcionándonos un guía hasta la frontera del Xoa, distante como dos días de camino. Durante el trayecto hacíamos nuestros rezos y a rato'" conversábamos amigablemente con nuestro fiel guía, quien de cuando en cuando nos dirigía curiosas preguntas, encaminadas a descubrir nuestra personalidad y el fin de nuestra excursión; pero hubimos de evadirlas riiestramente. dejando en salvo mi condición de incógnito. Entre otras cosas me preguntó lo siguiente: -¿Habéis visto en la Corte del príncipe a ciertos cortesanos muy orondos y cuellierguidos con su gran turbante en la cabeza? ... Pues son todos ellos sacerdotes abisinios cristianos, que apostataran de la religión y se han hecho musulmanes. Esos son vuestros verdaderos enemigos A ellos más que a nadie debéis temer. Nuestros santones no son tan malos Y a fe que decía una gran verdad. CAPÍTULO XIII ARRESTO Y VEJACIONES 1. Entrada en el Xoa.-AI cabo de dos días de viaje, tocamos la frontera del Xoa. Una pequeña fortaleza natural, defendida por un pelo– tón de soldados, era el centinela avanzado de aquel reino. Sin requeri– mientos ni exigencias de Aduanas, pasamos el límite, y a poco cuando la noche tendía su negro manto sobre la naturaleza, nosotros levantando la tienda nos echamos a descansar, no sin antes confortar nuestras fuerzas con la cena que nos ofrecieron los paisanos de aquellas cercanías. Tornó a amanecer el día y tornamos también nosotros a emprender la marcha. bajando muy pronto al llano y atravesando el río que va marcando la línea divisoria de entrambos territorios, la Abisinia y el Xoa. 2. Aprisionarnierzto.-· La perspectiva cambió enteramente. A los pintorescos y fértiles valles y colinas con su rica vestidura de plantas o follaje en pleno verdor, sucedió un árido y despoblado desierto, donde ni una pequeña mata de yerba recreaba nuestra vista, ni el suave piar del pajarillo alegraba nuestros oídos. Caminábamos tranquilamente en familiar conversación, muy ajenos de pensar lo que en breve nos iba a acaecer. Cuando de repente y sin sospechar en ningtín mal agüero, oímos voces y gritos desaforados, como de gente armada que persiguiera a algtín malhechor. ¡Cuál sería nuestra sorpresa al conocer que a quienes gritaban y perseguían era a nosotros! Sospechando fueran ladrones. 7

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