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zaba una línea vertical -la oración- como descanso del que sufre. Si el vínculo del dolor hermanaba a todos los que sufren en el mundo, el vínculo de la caridad orante reforzaba y garantizaba una hermandad más cristiana. "El Grupo de oración -precisa D. Juan Carlos Setti, encar– gado por el mismo P. Pío del centro Grupos de Oración- es una cruz clavada en la tierra, que apunta en dirección al cielo, me– diante la oración, mucha oración, y que se extiende a todo el mundo con el tramo horizontal de la caridad". El P. Pío, estigmatizado y hombre de oración, supo captar el sufrimiento de los enfermos y, al mismo tiempo, la oración de enfermos y sanos, en favor de un mundo que se salva unido, porque reza unido. Esperaba que la oración fuese como una levadura en la Casa Alivio, y que los que en ella sufrían vieran a todo el mundo cerca de ellos, unidos en la misma oración. El P. Pío lanzó la idea de los Grupos de oración después de haber diagnosticado la enfermedad de su siglo: "Reunámonos periódi– camente para la oración en común. La sociedad presente no reza y por eso está en bancarrota". Así crecieron los Grupos La idea de los Grupos de oración la mantuvo el P. Pío como ayuda al mundo que sufre. "El P. Pío, al llevar a cabo la Casa Alivio - les decía a los Grupos de oración el P. Clemente de Santa María en Punta, definidor general de los capuchinos, el 5 de mayo de 1966- sabía perfectamente que él sólo podría pro– porcionar alivio y ayuda a una pequeñísima parte de la humani– dad. Pero su corazón deseaba mucho más. Por eso ideó los Gru– pos de oración, a fin de que esta corriente de oraciones, exten– diéndose cada vez más y abrazando a tantos otros corazones, lograse aunar a todos los hermanos que sufren, a todo necesitado corporal o espiritualmente". Ya el 5 de mayo de 1966, D. Juan Carlos Setti transmitió el programa de los Grupos, después de habérselo oído exponer al P. Pío: "El programa, para todos, es un programa de oración, un · programa de caridad, de obediencia a la jerarquía, un programa de constancia". 287