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mundo armado con oraciones: "La mejor arma es la oración; es una llave que abre el corazón de Dios". El primer documento acerca de "grupos de fieles que se pro– pusieron orar juntos" se remonta a septiembre de 1949 y tuvo su origen en la Casa Alivio. El documento nos explica la actividad de los grupos: "Se reúnen una o dos veces al mes; asisten a la santa misa y se acercan a los sacramentos; rezan en común el santo rosario .. . Nos causaría una gran satisfacción si estos grupos se multiplicasen, posiblemente bajo la dirección de un sacerdote". En 1950 aparece el primer elenco de grupos constituidos. La fisonomía y la dinámica de esta iniciativa en favor de la oración se fue haciendo cada vez más clara en la mente del P. Pío. "Los Grupos de fieles - se lee en Invitación a la oración- vivirán íntegra y abiertamente la vida cristiana, como desea Su Santidad, si antes son grupos de fieles que rezan unidos". Al celebrar el décimo año de la Casa Alivio, el P. Pío habló claramente a sus "queridos hijos de Italia y del mundo... , próxi– mos y lejanos". Llamó la atención sobre los Grupos de oración, "ya difundidos por el mundo" y presentes aquel día en San Gio– vanni Rotondo para tener el segundo Congreso internacional. Los quiso "afincados en la Casa Alivio" y les señaló como "la posición avanzada de esta Ciudadela de la caridad, viveros de fe , hogares de amor, en los que el mismo Cristo está presente cada vez que se reúnen para orar y para comulgar, bajo la guía de sus pastores y directores espirituales". En presencia de estos operarios de la oración , el P. Pío no pudo menos de entonar un himno - que le mordía por dentro– a la oración: "Es la oración esta fuerza unida de todas las almas buenas; es la que mueve el mundo, renueva las conciencias, sos– tiene la "Casa", lleva ánimos a los que sufren, sana a los enfermos, santifica el trabajo, eleva la asistencia sanitaria, otorga fuerza moral y resignación cristiana al dolor humano, derrama la sonrisa y la bendición de Dios sobre todo sufrimiento y debilidad". Haciéndose eco de las invitaciones de Pío XII, les dio aliento: "Rezad mucho, hijos míos, rezad siempre, sin cansaros nunca, porque es justamente a la oración a la que yo encomiendo esta Obra, querida por Dios". El que había ideado una Casa para aliviar los cuerpos, señalaba la oración como el alma de esta obra asistencial. Si la Casa Alivio parecía la "catedral del dolor", los Grupos debían formar la "catedral de la oración". El padre tra- 286
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