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Casa Alivio del Sufrimiento El hospital "S. Francisco" fue como el bosquejo, el esbozo que un artista delinea, intuyendo y soñando la realización de la obra en proporciones definitivas y más amplias. La mente y el corazón del P. Pío acariciaban desde hacía tiempo un sueño, que debía -a la hora exacta del reloj de la Providencia- convertirse en realidad. Al lado del P. Pío habían venido a vivir tres hijos suyos espi– rituales: los doctores Carlos Kisvarday, nacido en Zara, farma– céutico; Guillermo Sanguinetti, nacido en Parma, médico, invita– do por el P. Pío para ir del Mugello al Gargano; MaLo Sanvico, de Perusa, agrónomo. Ibari a ser éstos los componente~ del primer comité para la erección de un complejo sanitario. El triunvirato de los pioneros, los tres pilares que sostenían los motivos ideales de la obra. El invierno de 1940 se presentaba muy duro. En lc-s primeros días de enero de aquel año, una viejecita puso en manos del P. Pío una moneda de oro, para que con ella hiciese élgún bien. El 9 de enero de 1940, por la tarde, hablando con los tres doctores, el P. Pío afirmó con decisión que era necesario hacer algo por los enfermos de la zona del Gargano. Había que propor– cionarles una casa más amplia y más acogedora que el hospitalito "San Francisco", abandonado hacía dos años. Aquellú tarde tuvo comienzo mi gran obra terrena. Les aseguró que ya tenía en sus manos la primera piedra de un hospital más grande, que había que levantar allí, al lado de la iglesia de Santa María de las Gracias, al socaire del Gargano. La primera piedra era aquella monedita, "una moneda de oro de diez francos", el don de la ancianita anónima. Que había que confiar únicamente en la Providencia, se veía claro sólo con fijarse en las cosas: la Italia pobre ce los años cuarenta, el mundo en guerra, signos de interrogación sobre la entrada de Italia en guerra. Pero allí estaba aquella monedita de oro. Era el símbolo de la sensibilidad, de la generosidaj caritativa del mundo. Era realmente, tratándose de una obra que había de costar más de mil millones, la simbólica primera piedra de la caridad. La confianza de los grandes hombres en la Providencia no 260
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