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El Cardenal José Siri, al esclarecer "el verdadero misterio que lleva dentro de sí el P. Pío", aquel misterio que "aúna y sintetiza la vida y la misión, lo que caracteriza a este gran hombre", afirma: "En él se ha renovado, en cuanto ello era posible a quien no es Hijo de Dios, la pasión de Jesucristo. Esto es todo, el P. Pío de Pietrelcina está todo él en esta afirmación". Y repite: "Su misión era la de renovar la pasión de nuestro señor Jesucristo". El Car– denal Siri vio en el P. Pío "al hombre llamado -acaso más que todos los otros en este siglo- a repetir de alguna forma la pasión de nuestro Señor". Semejante pasión exigió sufrimientos, sobre todo interiores. · Su alma conoció la noche oscura. El copioso epistolario con sus directores espirituales, que va de 1910 a 1922, da fe de esa noche oscura, prolongada y martirizante. "Aquel tremendo malestar interior -sigue diciendo el Cardenal Siri- sobre el cual el cielo se cierra, y con el cual tiene que llegar a creer y a servir a Dios siempre -al menos en apariencia- sólo a fuerza de voluntad ... Conoció la noche oscura como aquella de nuestro Señor Jesu– cristo en el Huerto de los Olivos, y este fenómeno se repite (con duración menor) siempre, hasta el fin de su vida. La agonía del Huerto, de nuestro Señor, representa el momento más profundo de la experiencia espiritual, íntima, del P. Pío". Si recibió gracias místicas, es decir aquellos singulares contac– tos con Dios en forma del todo sobrenatural, fue para hacer más aguda su pena interior. Fue ésta la razón profunda de su conti– nuada experiencia mística, que duró gran parte de su vida, hasta su muerte. Pero "la inteligencia humana de estos dones místicos quedó elevada, ennoblecida, capaz de llegar donde la inteligencia humana no llega. ¿Con qué fin? Con el de aumentar su sufrimien– to. Este es probablemente el misterio, la razón última de todas las experiencias místicas... Cuanto más inteligente es uno, más sufre en este mundo... La inteligencia es el primer coeficiente del sufri– miento, y por lo mismo la elevación mística... da impresión de haber: tenido esta finalidad: incrementar la capacidad de sufrir en este hombre". Su misión no era otra que la de Jesús. También la verdadera razón de su Pasión, el acto supremo de la redención, la parte mayor del martirio, residió en el alma humana de Jesús: el sufrimiento interior. Algo aparece exteriormente. En Jesús, los insultos, las burlas, los golpes, el taladro de los clavos. Sin embargo, el dolor más 143

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