BCCCAP00000000000000000000448
A pesar de llevar las señales del Se.ñor en su cuerpo, el alma del P. Pío vive habitualmente en el vacío de la noche oscura. Se siente tentado de desesperación, precisamente aquél que con su palabra sabe inculcar esperanza en el alma turbada de los peca– dores; aquél que con sus cartas reparte a manos llenas a los demás el viático de la esperanza. Es ésta su estigmatización incruenta. El 13 de noviembre de 1918, en la primera carta al P. Benito después de haberle dado cuenta de las llagas, el P. Pío informa acerca de su "horrible situación", y describe su propia "mons– truosidad ... repelente": "He llegado a tal estado que me parece que la tentación de desesperación de mí mismo la llevo como encarnada en mí y que estoy realmente desesperado". Se declara cansado, sin voluntad, "por encontrarme oprimido a causa de tantas derrotas en la búsqueda del sumo bien y que no logro alcanzar". Se le borran las palabras de sus directores espirituales: "Pero la mayor parte de las veces, y esto es lo ordinario -y lo peor-, es que se borra de la mente toda seguridad, declaración, exhortación, todo consejo emanado de su guía. Incluso desapare– cen todos los favores recibidos del cielo, y si se acuerda de ellos, es para causarle mayor tormento, porque resalta más la bondad de Dios por una parte, y la malicia, la ingratitud y su mala correspondencia por la otra. Colocado en este estado, que es continuo, el alma se encuentra sola, aislada de todo y rechazada, por su maldad, del rostro de su Dios". Nos recuerda a Jesús en la cruz, abandonado del Padre. Confiesa: "Mi crucifixión sigue todavía; hace tiempo que he entrado en agonía y ésta cada vez se torna más dilacerante". Todas las cartas a sus directores espirituales atestiguan esta agonía. El 20 de abril de 1921 llega a escribir: "Mi espíritu se encuentra en una extremada, lacerante agonía. Me yncuentro tentado de modos diversos. La tentación constante es la desespe– ración de tener que caminar perdido y para siempre". "Me en– cuentro amargado hasta lo más profundo del alma". El 5 de julio -seguimos en 1921- constata: "Me encuentro en un estado espiritual de una prueba tan dura, que me veo morir a cada instante". Entrelazado a este dolor que le hace morir, está el amor que le da vida. Aquel amor que es para él fuente de "grandes goces del espíritu", al mismo tiempo que de "grandes desolaciones". 133
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz