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el contrario, un carácter destructivo de los tejidos (los agujeros de los clavos), y esto podría inducirnos a pensar que se derivan de un estado morboso, de una condición psicológica o de verdadera simulación. Con la opinión de Gemelli -dejando de lado la ciencia- no habría modo de salvar los más de setenta estigmatizados (desde San Francisco de Asís a San Carlos de Sezze, de Santa Verónica de Julianis a Gema Galgani) que la misma Iglesia ha juzgado merecedores del honor de los altares: o sea, que ha reconocido como personas equilibradas, habiendo practicado las más heroi– cas virtudes y dotados de dones especiales. Festa refutó al insigne psicólogo Gemelli, desechando con toda energía, por honradez científica, que el "humilde frailecito del Gargano ... , adornado del sagrado don de los estigmas", sea un histérico, un psicópata, un simulador; ni siquiera un autosu– gestionado". Al mismo tiempo que Gemelli, aunque con una actitud diver– sa, otro franciscano, el P. Victorino Facchinetti, contribuyó a la investigación y al estudio de las llagas de San Francisco, remi– tiendo a los conocidos especialistas del problema (Surbled, Cote– lle, lmbert-Gourbeyre). Poco antes, en 1922, había salido en París la décima edición de Des graces d'oraison, del P. Agustín Fran– cisco Poulain. Este jesuita, escritor de mística, afrontaba la reali– dad y el misterio de las llagas. Aun a sabiendas de que algunos médicos admiten, aunque sin aducir pruebas, que la imaginación puede producir llagas y he– morragias en personas en estado anormal (por ejemplo el sueño del éxtasis o del hipnotismo), Poulain, aduciendo otros científi– cos, establece datos que diferencian las llagas de los santos y las de origen hipnótico. Las de los santos son verdaderas lesiones de los tejidos, apa– recen espontáneamente y emiten sangre siempre fresca. Las otras, por el contrario, son enrojecimientos e hinchazones que segregan un sudor más o menos coloreado. Las de los santos duran años y ninguna medicina logra cicatrizarlas. Las otras son pasajeras. Las de los santos con frecuencia son muy dolorosas. No así las otras. A diferencia de las llagas corrientes, que presentan una evolución normal, los estigmas de los santos, siempre acompaña– dos de éxtasis, no presentan procesos de infección ni de descom– posición, no alteran los tejidos limítrofes, no exhalan mal olor, 129

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