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más elementales". Gemelli -agrega Festa- "juzgó al P. Pío, no en conformidad con la ciencia, sino conforme a su imaginación. Sin haber analizado sus llagas y sin haber tenido siquiera con él aquella conversación inicial, que es un elemento indispensable para obtener datos positivos para formar un juicio psicológico". Discusiones y polémicas Hemos referido el incidente "padre Gemelli-padre Pío" sólo porque, en 1924, a la distancia de cuatro años de la presunta visita -visita que nunca se llevó a cabo- , al coincidir con el séptimo centenario de las llagas de San Francisco, apareció un estudio de Gemelli en torno al delicado tema de las llagas de San Francisco y la ciencia. En él, Gemelli afirma el carácter sobrenatural de las llagas de San Francisco de Asís, que habría sido el único estigmatizado, mostrándose reservado acerca de las de Santa Catalina de Siena. Para los otros estigmas - si no para todos, sí para muchos– sentencia que "el diagnóstico de histerismo tiene un fundamento razonable". Del histerismo a la autosugestión no hay más que un paso. A juicio de Gemelli, salido de las filas del positivismo, en los histéricos las llagas "se producen artificialmente, aunque en forma inconsciente". Las llagas en los individuos histéricos -según Gemelli- "no son más que un fenómeno de psitacismo: o sea, el enfermo se produce tales lesiones con medios artificiales, que con dificultad se llega a indagar y demostrar". La civilta cattolica, en un comentario oportuno, aunque breve, rechaza la afirmación del psicólogo Gemelli, llamándola "inexac– ta e imprudente". Más tajante fue la reacción del doctor Festa, especializado en el campo de las llagas, por razón de otros juicios que el psicólogo había emitido acerca de las llagas del P. Pío. Sus lesiones - había dicho Gemelli- carecen de todo carácter neo– formativo (como encontramos en San Francisco, que llevaba en las manos y en los pies, por neoformación carnosa, la figura de los clavos), por lo que debían quedar excluidas de aquella clase de fenómenos que están por encima de las manifestaciones ordi– narias de la naturaleza. Las lesiones del P. Pío presentaban, por 128