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res de personas que todos los días, desde todos los puntos de Italia, y también del extranjero, escriben dando gracias al P. Pío por los favores obtenidos y encomendándose a él para nuevas gracias y nuevos favores". Concluye su declaración -al año de la estigmatización del capuchino- pidiendo al Señor que "conserve muchos años a este ángel en carne humana, para bien de las almas y confusión de los impíos... Que siga difundiendo el aroma de la santidad en medio de' este siglo paganizado. Porque... solamente un santo podrá restaurar las ruinas morales de la sociedad actual". Otras personalidades eclesiásticas llegan a aquel pueblo del Gargano, de todas las partes del mundo, para ver al fraile que -según se escribe y se dice- lleva las llagas de Jesucristo. Re– cordemos algunas. El 24 de marzo de 1920, visita de Mons. Anselmo Eduardo Juan Kenealy, capuchino, arzobispo de Simia en la India. Llega– do del Himalaya, declara a Jorge Festa que ha subido al convento del P. Pío después de haber preparado "un interrogatorio largo y preciso", para someter a él al estigmatizado. En su conversación con él, el arzobispo inglés se convenció "en seguida de la gran superioridad de su espíritu". "Aquel interrogatorio inquisitorial que yo había preparado con tanto esmero, se vino abajo ante las respuestas sencillas e inspiradas, y después de unas cinco horas de conversación en su celda, yo, que. acostumbro portarme como obispo, no por mí personalmente, sino por la dignidad de que estoy revestido, casi sin darme cuenta me encontré de rodillas ante él. Y fue entonces cuando le pedí que me bendijera". El positivo y reservado Kenealy (que parece haber visitado alP. Pío por orden de Benedicto XV), al marchar del convento resume así sus impresiones: El cordero de San Giovanni venció al león de Simia. La visita de Kenealy tuvo una amplia resonancia en la prensa inglesa. En un reportaje suyo del 27 de marzo de 1920, Mons. Kenealy, que se define a sí mismo como "reacio a creer historias de cosas extraordinarias sin haberlas visto con mis pro– pios ojos", sintetiza sus convicciones sobre el P. Pío, visitado el 24 de marzo: "He examinado bien las llagas de las manos del P. Pío y he hablado con él largo y tendido. Me marcho de San Giovanni Rotonda... profundamente convencido de lo que he visto y oído: que allá, en San Giovanni Rotonda, tenemos un 123
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