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Intervienen personalidades eclesiásticas El cardenal Pedro Gasparri, secretario de Estado del Papa Benedicto XV, escribe el 19 de noviembre de 1919 al superior de los capuchinos de San Giovanni Rotondo para recomendar la familia Rosi, que sube al convento "atraída por la fama de san– tidad del P. Pío", que desea "confesarse con él" y recibir la comu– nión "de sus manos". El cardenal, además, pide para el papa y para sí mismo que el P. Pío tenga un memento por ellos en la misa de cada día. Pide también "un objeto cualquiera personal" para su pariente Antonia Peda, que ya había subido a visitar al capuchino de las llagas. Alberto Costa, obispo de Melfi y Rapolla, movido por el deseo, no de indagar, sino de hacerse mejor y de pedir gracias para sí, para los suyos y para su diócesis, se queda con los capu– chinos de San Giovanni Rotondo seis días seguidos en agosto de 1919, y durante tres días en septiembre del mismo año. Con fecha del 14 de septiembre expone algunas de sus impresiones al pro– vincial, P. Pedro: "Mis impresiones se reducen a una sola: la dé haber hablado y convivido con un santo. Las llagas, sobre las que pude imprimir cálidos besos, y que, después del examen de per– sonas competentes, no pueden ponerse en duda razonablemente, son labios elocuentes, puesto que representan el sello del amor que Dios estampa en aquéllos que él ama más y que están más íntimamente unidos a él por la fe viva y por la caridad ardiente". Expone luego otras circunstancias que confirman su impre– sión, sobre todo el concepto que los capuchinos tienen del P. Pío y los frutos que se consiguen gracias a su ejemplo y a su actividad. Asegura: los religiosos "-y no son pocos- que de continuo viven en contacto con él, oyen sus conversaciones, conocen su vida y lo que hace hasta en los más insignificantes detalles, están convencidos de que viven con un alma privilegiada de Dios, y todos, sin excepción, hablan de él como se hablaría de un santo: todos tienen algo maravilloso que contar, todos admiran la con– ducta, las virtudes de su hermano en religión". Da cuenta de todo el bien que florece por obra del estigmatizado: "Innumerables almas que vuelven a Dios; despertar de la fe; reforma de las costumbres; frecuencia de sacramentos, sobre todo de hombres que llevaban años alejados de los mismos. Centenares y centena- 122

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