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6 MAS EN TORNOA LOS ESTIGMAS Señal de contradicción En tanto que los médicos examinan minuciosamente las lesio– nes, que sangran y no cicatrizan, producidas en el cuerpo del P. Pío el 20 de septiembre de 1918, la noticia de las llagas ya se había divulgado, aireada de palabra y por escrito. Ya ha comen– zado en San Giovanni Rotondo el afluir de peregrinos, que irá incrementándose hasta la muerte del estigmatizado e incluso des– pués. Aquel pueblecito recóndito de la Pulla se está convirtiendo en una de las poblaciones más visitadas de Italia. En un primer momento, el visitante va impulsado por la cu– riosidad. Más tarde influye también la devoción: es la misma devoción que empuja a personas de todo el mundo a visitar a Asís y el Alverna, la ciudad y el monte donde San Francisco ofreció a los hombres las heridas de Jesús, abiertas en su propio cuerpo, en los dos últimos años de su vida. A la pequeña ciudad del Gargano llegan hombres de todas las partes del mundo. Visten traje de seglar, sotana, hábito monásti– co, insignias prelaticias. De ellos -pueblerinos y hombres de carrera, sacerqotes y científicos, altas personalidades y la muche– dumbre anónima- los hay, a las claras o a escondidas, creyentes e incrédulos. No falta aquel que sube incrédulo a San Giovanni Rotondo y baja creyendo. Algunos suben por curiosidad únicamente, y vuelven sin creer. No son pocos los que, lo mismo antes que después de visitar al P. Pío, dicen claramente que se trata de un truco. Por el contrario, se cuentan por millares los que confiesan su ardiente deseo de encontrarse con el P. Pío de las llagas y que, 113
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