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sangre arterial, y los bordes de la herida dejaban ver con toda claridad que no era superficial. Los tejidos en torno a la lesión no presentaban ninguna reacción inflamatoria, y le dolían con sólo tocarlos. Las lesiones que presentaba en las manos... estaban por el contrario cubiertas de una membran.a inflamada, de color rojo oscuro. Ningún punto sangraba, no había edema ni reacción inflamatoria en los tejidos vecinos. Tuve la convicción, incluso la certeza, de que aquellas heridas no eran superficiales porque, al hacer una cierta presión con mis dedos y apretando entre éstos el grosor de la mano (se correspondían siempre las dos lesiones) tuve la idea exacta del vacío que existía entre mis dedos... Las lesiones de los pies presentaban entonces idénticos carac– teres de los de las manos. Pero en los pies, por el grosor mismo del pie, me fue difícil hacer un examen exacto, como el que había hecho en las manos". Preguntado por el P. Benito, después de la primera visita, acerca de la naturaleza y causa de las lesiones, el profesor Roma– nelli respondió (lo cuenta en su relación el P. Pedro de Ischitella): "Aquellas lesiones no podían ser clasificadas entre las heridas corrientes", y que para él "eran totalmente inexplicables". En la relación repite cuanto dice haber escrito en junio de 1919: "Las heridas del P. Pío no son en absoluto clasificables, ni por su carácter ni por el decurso clínico, entre las corrientes lesiones quirúrgicas: tienen una motivación muy distinta que yo desconozco". Amico Bignami, ¿qué fue lo que vio? Acudimos a una relación suya fechada en Roma el 26 de julio de 1919, el mismo día que hizo la visita, "que duró no más de dos horas". Tiene rasgos fotográficos del visitado: "El P. Pío, de treinta y tres años, es de constitución grácil, músculos poco desarrollados, color pálido, aspecto de enfermo que sufre, aspecto decaído. Su continente, modesto y compungido, la frente alta, serena, la mi– rada viva, dulce y un sí es no es vaga, la expresión del rostro que es de bondad y sinceridad, inspiran simpatía". Después de hacer una inspección general, se detiene en un "cuidadoso examen" de las lesiones cutáneas, que afectan manos, pies y costado izquierdo. Escribe: "En la palma de la mano dere– cha se observa una escara negruzca de forma redondeada, en parte separada de la piel que está debajo, muy fina, que abarca la 103

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