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El hecho de los estigmas durante algún tiempo lo conoció sólo un reducido círculo de personas. Pero a pesar de la rigurosa reserva del P. Pío y del prudente silencio de los superiores, poco a poco, como mancha de aceite, la noticia del fraile estigmatizado se fue extendiendo por la Pulla, por Italia, por el extranjero, dando pie a las polémicas entre los que, no sin precipitación, lo llamaban milagro, y los que, sin haberlo visto, incluso negaban el hecho. En 1919 la conmoción era mundial, al correr la noticia de un fraile que tenía las llagas. Comenzó el afluir de peregrinos, deseo– sos de ver con sus propios ojos aquel sello de Dios hecho visible, porque había sido impreso en el cuerpo vivo de un hombre. Como era de esperar, lo aireó también la prensa, que durante cincuenta años seguirá informando, no siempre en forma digna de crédito, no siempre respetuosa por la verdad, con anuncios publicitarios, exaltando los fenómenos y hechos espectaculares. El primer enviado especial - precursor de otros muchísimos– fue Renato Trevisani el cual, acerca del fraile que era noticia, redactó un informe, publicado en J/ malino de Nápoles del 20-21 de junio de 1919. A un editorial titulado Jlfenomeno, seguía una crónica detallada. Todo ello con una imaginación exaltada, bajo un título con caracteres destacados, que no fue del agrado - y con toda razón- ni de los capuchinos ni de la autoridad eclesiás– tica: "El P. Pío, el "Santo" de San Giovanni Rotonda , hace un milagro en la persona del canciller del pueblo". El Trevisani afronta el dilema: realidad o truco. Rechazaba éste "con toda seguridad", por lo que había podido constatar personalmente. Se pronunció en redondo contra la hipótesis de que el P. Pío fuera autor y promotor del truco. "Lo absurdo de esta hipótesis -proseguía- se descubre de inmediato, con ob– servar al fraile, a los hombres y las cosas que le rodean". De 1919 queda una fotografía sacada por el P. Plácido de San Marcos en Lamis, el 19 de agosto por más detalle. Aparece el P. Pío con los brazos cruzados sobre el pecho. En el dorso de las manos y de los pies aparecen las heridas nítidas, circulares y profundas. Teniendo en cuenta la sencillez del fotografiado y del · fotógrafo, coetáneo y compañero de estudios del P. Pío, esta fotografía -que me atrevo a calificar de excepcional-, sirve de documento oficial para comprobar los estigmas. 101
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