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perros pequefios, llamados vulgarmente de falda, u otros animalejos, porque es grandísima relajación y señal de poco espíritu» (c. 17). Pero el eje de la jornada monástica es la ocupa– ción del culto y de la alabanza divina, a la que se dedican varios capítulos, y la oración mental. Se establecen tres horas en comunidad para este ejer– cicio: una después de los maitines de media noche, otra de madrugada después del rezo de prima, y la tercera por la tarde, terminadas las completas: }10- ras de sesenta minutos, medidas con reloj de are– na. No se impone, pero se permite, a juicio de la superiora, una lectura previa en común «para re– cogerse, si alguna viniere distraída, y por ·materia de la oración». Como autores donde aprender «el modo de orar y meditar» se aconsejan: el doctor Diego Pérez, fray Luis de Granada y Arias (c. 15) 3. Y se manda que haya una biblioteca conventual bien surtida de libros espirituales útiles (c. 17). La redacción fue sometida al examen de «doctísi– mos varones, quienes lo hallaron muy conforme a las Reglas de san Francisco y de santa Clara». Fue expedido a Roma, donde debió de encontrar apoyos eficaces, a juzgar por la rapidez de los trámites. Transmitido por el papa a la sagrada Congregación de Regulares, ésta dio luego parecer favorable. Y, con breve de Urbano VIII de 28 de agosto de 1627, fueron solemnemente aprobados los Estatutos y De– claraciones, por los que no sólo se había de regir 3 Diego Pérez de Valdivia (t 1589): Camino y puerta para la oración. Barcelona 1586; 1588. Luis de Granada, OP. (t 1588): Libro de la oración y meditación. Muy difundido. Francisco Arias, SI: Aprovechamiento espiritual. Sevilla 1596; Madrid 1603. Contiene un tratadito De la oración mental. Los tres eran ya recomendados en el texto cata– lán de 1602. 128
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