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Para completar este testimonio unamme, de,ie– mos que ella misma describa sus ideales en el servi– cio a la comunidad: «Mi norma es callar y sufrir, y llevar el peso que las cosas de gobierno traen consigo, como sierva de la casa de Dios». «Me juzgo indigna de estar entre las siervas de Dios». «Estoy atenta a llevar las condiciones y naturales de mis religiosas, aunque me lo quite de mi comodidad. De sus flaquezas no me ad– miro, sí bien las compadezco, y así las voy conllevando». «En cuanto a sus faltas y caídas, en compa– ración de las mías me parecen muy leves .. .; pero Ja fa'lta o descuido no la puedo hacer bue– na, so pena de ignorar la verdad; las excuso, pero como tengo el cuidado de ellas, procuro se corrijan y se ajusten en dar buen ejemplo cumpliendo con sus obligaciones » (f 0 18r, 26v, 59r, 129r). «Ajustarme a todos los naturales y condiciones» Sentía para con todas un amor más que de ma– dre, y no siempre le era posible atenerse a su pro– pósito de tener a raya la emotividad; más de una vez la traicionaba la ternura. Refiriendo la toma de posesión del cargo en 1633, escribe a su director: «El día que fui electa abadesa y en la propia hora y momento que el señor arzobispo don Juan de Guz– mán me las entregó y mandó a todas llegasen a dar– me la obediencia, besándome la mano, yo las recibí con un abrazo a cada una, cubierto mi rostro de lágrimas .. .; cada una era como un dardo o saeta 113
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