BCCCAP00000000000000000000446

interiores, Él mismo le sugirió la fórmula eón que había de acudir confiadamente a su misericordia (fº 93v, lülr). En 1640 tuvo otra representación, que fue para ella una lección de confianza: le pareció verse en una habitación toda cerrada, sin puertas ni ven– tanas, pero iluminada por «una claridad muy apa– cible», que no se sabía por dónde entraba. Ella, en medio de la pieza, se sentía invadida de indecible gozo; Dios le comunicaba «un Heno delicadísimo y suave, de modo -dice- que, por aquel rato dejé de ser hija de Adán terrestre y principié a serlo .del · Adán celestial Cristo (lCor 15,47)». Comprendió; con ello, que esa y no otra era su situación bajo el temor a los juicios ocultos de Dios. «Me dio a entender el Señor -concluye- que mis dudas y temores se ori– ginan de temerlos tanto» (fº 73rv). Y también aquí el remedio le venía de la Pala– bra de Dios, cuando de improviso le salían al paso ciertos textos bíblicos, que eran como raudales de luz para su espíritu. El 12 de septiembre de 1642 todas sus aprensiones sobre la propia predestina– ción se desvanecieron cuando, puesta «en un divino silencio» mientras se preparaba para comulgar, re– sonaron en su interior, con fuerza, las palabras Do– minus possedit me in initio viarum suarum (Pr 8, 22: El Señor me ha poseído en el comienzo de mis caminos) (fº 143v). Y el 9 de febrero de 1651, en Murcia, otra expresión muy al caso la dejó cam– biada al instante y libre de temores sobre el juicio riguroso de Dios: Ego cogito cogitationes pacis et non afflictionis (Jr 29,11: Mis pensamientos son de paz y no de desgracia, dice el Señor). 7 ' Escritos, fº 81v-82r. El relato ofrece una muestra del dominio que tenía de la sagrada Escritura. Añade: «Las palabras arriba dichas son de Jeremías, a lo que entiendo, cap. 29. Sujétome a la verdad. » 108

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz