BCCCAP00000000000000000000429

122 EL MENSAJE DE LA BIBLIA tal manera, que desde el siglo II la lectura de la Biblia hecha solemnemente en las sinagogas en lengua hebrea necesita un intérprete que la explique en arameo al pueblo. Aquí se ori– ginan los célebres Targw1ns, es decir, interpretaciones, que al principio se hicieron de; viva voz y luego se consignaron por escrito. La preponderancia del arameo subsistió hasta la invasión musulmana. Quedan aún algunos residuos insignificantes en Siria, por ejemplo. El arameo, y más concretamente el dialecto galileo, es la lengua materna de Jesús, de sus primeros discípulos y de la catequesis primitiva oral, y casi ciertamente también, escrita. De aquí, su importancia para poder calar más exactamente el pensamiento del Maesnro, los diversos matices de signifi– cado y de sentimiento de la frase evangélica. Desgraciada– mente, los documentos arameos contemporáneos de la cate– quesis primitiva son muy escasos. Uno de los rollos del de– sierto de Judá, escrito no en hebreo, como los restantes, sino en arameo, no ha podido aún ser desenvuelto. En este idioma fueron escritos los libros de Tobías, Judit,, el Evangelio de San Mateo y los fragmentos de Esdras 4, 8--6, 18; 7, 12-26; Dan., 2, 4-7, 28; Jer., 10, II; Gén., 31, 47. c) Libros escritos en griego.-EI griego de la Biblia es el griego llamado koiné. Se ha llamado así a la lengua griega que desde Alejandro Magno domina en la cuenca del Medi– terráneo y se usa en los negocios económicos y en las rela– ciones humanas. Fundamentalmente, es el griego clásico con modificaciones exigidas por la misma difusión de la lengua, como sucede con todo idioma hablado, y en período de per– feccionamiento y propagación. Fueron escritos en griego: del Viejo Testamento, el 1i

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz