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17 Saludo a los árboles. El mundo, el universo, la tierra es la casa del hom– bre, el hogar donde vive. Hemos de reinventar el univer– so, civilizarlo, hacerlo más bello y hermoso cada día. La tierra no sólo es para el hombre, en ella convive el hom– bre con los demás seres: animales, aves, árboles, ríos, plantas ... Con ellos comparte y confraterniza en este pla– neta bajo las estrellas. Cada mañana, al despuntar el alba un hermoso sal- mo litúrgico nos invita: "Cantad al Señor..., alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto la llena, vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque... ". (Sal. 95). ¡Los árboles del bosque! ¡Dios mío! Si les digo a us– tedes que me he conmovido hasta las entrañas, (hasta casi llorar), al contemplar los incendios forestales, creánmelo. He visto de cerca desaparecer robledales, bosques de pi– nos y castaños, laderas frondosas, árboles centenarios. Dicen que con fuegos intencionados. Quien quema o des– gaja un árbol sin motivo, está en la misma irracionalidad que el que mata a un hombre sin motivo. El poeta Miguel Hernández canta: "Arból... Vienes de Dios, 57
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