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16 Lo femenino de Dios. Juan Pablo I, que gobernó la Iglesia sólo 33 días, an– tecesor del actual Papa, y que pasó a la Historia como "el Papa de la sonrisa", dictaba unas catequesis muy senci– llas. Un día habló de "la maternidad de Dios", afirman– do que Dios es "madre", tanto o más que "padre". Sus palabras recogidas por los periodistas a quienes sorpren– dió la idea de esta "maternidad de Dios", dieron la vuelta al mundo. No era esta una idea nueva. "La teología de la ma– ternidad de Dios" está enraizada en la Biblia. Hay en Dios tal plenitud de vida que Israel le da los nombres de Padre y Madre para expresar la misericordiosa ternura de Dios. Dios tiene entrañas maternales. En la Biblia encon– tramos expresiones emocionales como esta: "Podrá una madre olvidarse de su hijo, pero Dios no". (Is. 49,15) ... Jesús dijo también de sí mismo: "Jerusalém cuántas ve– ces quise congregárte como la gallina congrega a sus po– lluelos y tú no quisiste... ". (Lu. 13,34). Además del rostro paterno, Dios posee un rostro materno. La creación, la encarnación y su gesta liberado– ra de amor y muerte poseen rasgos virginales y maternos. El deseo de autodonación de Dios, por su encarnación en el seno de una mujer y por su eucaristía, cuerpo de mujer, se realizó en María con una plenitud que ya no admite mayor incremento. Por esto, la mujer y lo femenino, son caminos de Dios en su búsqueda de encuentro con el ser humano. 54
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