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48 La retama de tomillo. Para intentar remediar las cosas, construir la propia vida y ayudar a los demás, no vale hacer mucho en pocos días, sino poco todos los días; así crecen los árboles, se forman las dunas, se enseña a andar a los niños. Sin el en– sayo diario no se consigue nada. Y poco podemos conse– guir solos. Cualquier ayuda humana, espiritual o social puede resultar decisiva en determinado momento de nuestra vida, si llega oportunamente. Dice el poeta León Felipe: "Voy con las riendas tensas I y refrenando el vue– lo, / porque no es lo que importa llegar solo ni pronto/ si– no llegar con todos y a tiempo". En ocasiones nada más importante y nada menos que sentirse acompañado y tener cerca a alguien que nos apriete la mano. Una palabra de cortesía o un saludo nos pone en pie de camino. No hay caminos "nuestros". Hacemos todos juntos el mismo camino. En familia. Y hacer camino es fatigoso, la vida entraña dificultades. Y no es la más pequeña la tensión y el cansancio... Si pudiéramos hacer la vida en "volandas", como niños cogidos de la mano... Algo de esto deberíamos in– tentar. Ir por la vida "en volandas" de la bondad, de la amabilidad, del amor, descubriendo el valor de la afecti– vidad y del detalle. La palabra amor está cargada de una experiencia humana densa y concreta en sus más mínimos detalles. 150

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