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45 Angeles de la destrucción. Una humanidad que tiene miedo se ha representado hace poco en dos hombres, Reagan y Gorbachov, senta– dos a una mesa, para estudiar, cara a cara, el gran temor y temblor de una guerra nuclear generalizada, para dismi– nuir misiles. Para hablar de la paz. Ese bien que, prime– ro, se tiene en el corazón y después en los labios. Esa paz que los ángeles trajeron a los hombres de buena volun– tad.· Hemos de abrir el Evangelio por la página de la paz. Así comenzó: "Gloria a Dios en el cielo y Paz a los hom– bres... ". Es un absurdo tener guerras, cuando ya nació entre nosotros el Príncipe de la paz. Jesucristo pacifica– dor. La Palabra de Dios fue pronunciada de un modo definitivo y total para que con su venida comenzara a re– crearse el mundo en una atmósfera nueva, sin odios, sin crímenes, sin desamor ni humillaciones ... La Paz que los ángeles cantaron por el cielo de la Nochebuena, es la bondad de Dios que puede corregir la contradicción y la dureza de los hombres. Jesús en la cu– na de Belén irradia bondad y humanidad. La humanidad maravillosa y benigna de Jesús en nada se parece al selvá– tico orgullo de los poderosos que quieren dominár el mundo. Pero hay otros ángeles que no son los de la Navidad. Revuelan por el mundo hoy unos ángeles fatídicos, ma– los, beligerantes, escondidos en artefactos bélicos. Son 141

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