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Es LOTERIA poseer una casa, aunque no sea muy confortable, con un rinconcito para cada cosa, un come– dor, una cama, una sala de estar, una estufa... , y ver de– trás de los cristales llover. O salir al trabajo con un abrigo bien forrado. Quien no tiene ni eso, es pobre de solemni– dad. Es LOTERIA llegar a casa y encontrar en ella una es– posa buena o un esposo con el que compartir opiniones, achicar fracasos, gozar éxitos. Y a quien dar y de quien recibir amor. Si ustedes se quieren, son millonarios. Po– see nada menos que un "kilo". Un "kilo" de amor. Son LOTERIA los hijos que renuevan el tronco de la vida y proporcionan una ilusión a los esfuerzos de los pa– dres. Preocupan, distraen, lloran, ríen, enferman, crecen y ofrecen mimos... A ellos les van abriendo los padres el misterio de la vida. Es LOTERIA el trabajo y la jornada diaria. En él gana– mos el pan, con el trabajo merecemos el pan para noso– tros y para los nuestros. Casi tres millones de españoles tienen el entendimiento, la voluntad y las manos en paro. A usted le ha tocado la LOTERIA del trabajo. Es LOTERIA LA SALUD, alegría del cuerpo, que dispone a la brega, al afán noble, a la entrega por los de– más sin pensar en económicas administraciones de esfuer– zos. Esta es la "gran lotería" del diario transcurrir, y que parecemos no apreciar, porque no nos ha llegado de súbi– to o porque ya la gozamos inconscientemente. ¡ Curemos las ansias desmedidas! Qué profunda filosofía encierra la respuesta humilde y naturalista de aquel vagabundo. Al preguntarle alguien: - "¿Dónde duermes?", contestó: - "Tengo un árbol que no me lo merezco". 139
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