BCCCAP00000000000000000000396

40 El chapucero. El trabajo no es un castigo, tampoco es un fin en sí mismo, pero con los logros del trabajo adquirimos ese gran cúmula de cosas que nos proporcionan una cierta fe– licidad diaria... El Vaticano II nos estimula "a cumplir con Jidel&dad nuestros deberes temporales, guiados siem– pre por el espíritu evangélico... ". (G. et S. 43). Y se des– pach~f con esta frase impresionante: "El cristiano queja/– ta a1sus obligaciones temporales, falta a sus deberes con el prójimo; jalta sobre todo a sus obligaciones para con Dios y pone en peligro su eterna salvación. Cristo ejerció q:omo artesano. Alégrense los cristianos de poder ejercer todas sus actividades temporales haciendo una síntesis vi– tal del esfuerzo humano, familiar, profesional, científico, etc., con los valores religiosos... ". (G. et S. 45). Hace unos años las Agencias Mundiales de noticias difundieron una nota que deberíamos aprovechar al má– ximo y aplicar a muchas áreas de la vida social. Se trataba de que por primera vez en la historia de los Estados Uni– dos once médicos de un estado fueron desautorizados pa– ra ejercer su profesióp. por no mantener sus conocimien– tos al día... Los once médicos no cumplían con los requi– sitos establecidos para el ejercicio de su profesión... La noticia no se debería concretar solamente a los médicos, sino a todos los que ejercen un cargo público, un oficio, una dedicación al bien de los demás, de la so– ciedad, por vocación. 127

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz