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El viejo aforismo: "escribe breve, claro y con ver– dad, porque brevedad, claridad y verdad son hermanas que han de ir siempre de la mano", no es norma común en el periodismo moderno. Al público se le está cansando de leer entre líneas o de tener que interpretar el mensaje radiofónico. Cuando no adivina perfectamente la false– dad o tergiversación malévola de la noticia. Así, un cierto desprestigio está manchando una profesión tan penosa y bella como es el periodismo. Sería muy de lamentar que por algunos plumíferos, faltos de honestidad profesional, llegara el descrédito al periodismo. Y deberíamos lamentar el que, incluso, por una sola vez, fuera verdad la parábola que se cuenta de un viejo y un niño: - "Abuelito, ¿qué dicen los gallos cuando cantan? El abuelito, que quería dar una lección al pequeño, contestó: - "Dicen: "No digas mentirasss". Al día siguiente el niño: - "Abuelito, anoche, muy de noche, oí cantar alga– llo y nadie estaba hablando... ". El abuelo sorprendido: - "Ah, bueno, sí, hijo. En ese momento se estaban imprimiendo los periódicos... ". Los medios de comunicación social tienen abierto un campo de insospechadas posibilidades: el horizonte de to– da la actividad humana. Millones de personas reciben diariamente el bombardeo formidable de noticias, ideas, impresiones, propaganda. En ocasiones, diríamos, mode- 118

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